Más Allá Del Amor, hombre
lo, pero sin la ayuda que su padre le había ofrecido, no conseguía ningún resultado. Prefirió de
que conocía muy bien estaba acercándose a él. Su amigo tenía una expre
vó un dedo a los labi
levó a Ian. Lo tomó por los hombros, guiándolo hacia una camioneta que estaba detrás de la casa. Una mujer que de
ndiendo el auto-. Será un cor
portón abriéndose. Él arrugó la frente y empezó a rascarse la mejilla izquierda, pensativo.
los dedos al cuero del asiento, cerrando los ojos con fuerza. La imagen de su madre se instaló en su mente, y era peor
iño -lo reprendió la b
iente de lo rápido que iban. No, eso no podía
ogó Ian abrazando el asiento
roblemas con chocar. Entonces, redujo la velocidad justo antes de que un auto impactara contra él. Un fuerte
o. No pudo ignorar la tristeza en los ojos de su padre, y cuando estuvo a salvo, lo abrazó lo mˆ¡s fuerte que pudo. Pegó
ura encorvada, las bolsas pronunciadas bajo sus ojos, y la angustia en
-musitó Tredway
esde ese día pensando en lo que le diría, en cómo se sentiría. Pero al tenerl
guardó durante tanto tiempo ha regresado a su lugar, y no sabe cómo sentir. Un n
dena Tredway tranquilamente-. Déjennos so
su hijo, espera
-Tredway hace un moh
iandra se apresura hacia
, cariño -le reconforta apretando su homb
o a su madre, tan desconocida como él. Ella los mira. La tal Cánada le hace mimos a
ir a mi casa, niñato?!
inutas se aprietan frente a su cara, él retuerce su cuerpecito, y las lágr
onos grises. Cada uno de los utensilios está en su sitio, y el aroma a durazno flota en el aire.
conseja Cánada, meciendo a
casa alberga buenos momentos. La mujer se incorpora, mira a su alrededor, y repite
evita llevar a su nariz e inhalar profundamente. La suave tela sobre su piel
iandra ante los besos en su
u nuca, y se aproximó tanto que sus respiraciones se mezclaban. Diandra retorc
arremetiendo contra su sensatez. Inhaló con lentitud, y acortó la distancia, dejándose llevar po
ura, acercándola más y más. Hundió
emos luego -le prometi
día siguiente intentaron raptar a Ian. Y desp
ed -murmura Diandra,
lcras, y viéndose perfectas. En la mesita de noche aún está la lámpara q
ntencia poni
a lanza al interior de la habitación. Cruza los braz
do-. Ya todo se calmó, y a Tredway
sonreír, y Cánada
dway. Tampoco me importa lo que hagas. Estarás aquí un
no lo conseguirás. Él