Más Allá Del Amor, hombre
tán ec
rce tanto como es posible. ¿Y yo? Pues, intento salir del estupor. Pestañeo hacia todas partes. Cada cosa que
o, ellos se alisan sus trajes, y regresan a sus puestos en la
e impedía el paso. Estoy casi segura que es nuevo, o lo instalaron después de irnos de la ciudad. Cual sea la razón, lo
is cejas se disparan hacia arriba ante l
de que usó mi nomb
r -ubico las manos en mis bolsillos-.
era, como si estuviese interrumpiendo -
de una for
es tan clara, que amenazan con tocarse. Él camina de un
tirando de los mechones de pelo que atrap
la espalda, apoyando las palmas de sus rodillas.
Lento... -inhalo esperando que me imite-. Sin a
ágrima se resbala por su mejilla. La aparto con mi pulgar y soplo con poca fuer
ro viéndolo sepa
esto no le haría bien, no sabe manejarse cuando habla de Langdon. Y muc
ferra a mí en un fuerte abrazo
con el mismo fervor. Lo estrecho tanto
esto, cariño -deposito un bes
o esper
isa un poco opaca, per
rompe cuando ˆ'l
do que dejamos las cosas en la prop
o podrían estar en un l
-elevo el brazo del que c
*
cer pasearse por el centro a inicios de verano no nos hacía bien a ninguno. Ia
guró que era poco conveniente para él aparecer con Ian en público. Así que después de un par de lágrimas de cocodrilo
está
-El tono curioso de
iño. Le tomé la mano y nos conduje en dirección a un establecimiento que vibraba por sus colo
uchacho nos echó una mirada reprobatoria, pero antes d
minó de pedir, mientras afe
se había
garía a Ian-. ¿Cómo es posible que sirvan hamburguesas a estas horas?
Sin embargo, los ojitos de Ian miraban con anhelo cómo preparaban su hamburguesa. El pan era pequeño,
babear. Eran exquisitas. Y luego de esperar unos segundos, el hombre le entregó la ha
testó Russell, arrebatá
ió, torció la
papá -y acercó las ma
pero la puso justo frente
-exigió, e
era loco, e Ian se encogió de
oración porque Ian metió un pedazo de
desayuno y comenzó a engullirlo. Am
o deliciosa que estaba su hamburguesa. Ian casi lo obligó a comprarse una y, al fi
onversando. El recepcionista un gran
de dos horas estaba sentado en su oficina -comen
o hiz
seria dibujándose en su rostro.
eso siempre
él y se balanceó hacia de adelante. Sus ojos se fija
caminar
rmales en él se detuvieron de repente. Ning
muchos sitios se llenaban, y muchos otros terminaban su jornada de trabajo. Mi hogar en
tinto, sino que encontré ese lugar donde te miran
ándome -informó Ru
retó mi mano y señaló una tienda en donde vendían agua. La cuestión es que
té cuando vi las intenciones del re
ble de ignorar. En el ambiente se respiraba una mezcla de los sabores que había en la vitrina. Ian pegó la na
raba lo mismo que un oso de felpa. Me dijo que esa era la gracia. En recepción casi todos se veí
Ian si le estaba gustando su helado. Me volví hacia y él y encontré la silla en que s
de Russell también hizo eco, como si estuviese alejándose. Segundos después mis pies respondieron y
atidos de mi corazón. Eran más fuertes con cada paso que da
su nombre. Ian era mi responsabilidad.
tamos Russell y
o, abriendo paso a la imagen de Ian. Él estaba de pie frente
así? -indagué, espera
rtel, me desconcertó. Entrecerré los ojos. Era una mujer bellísima promocionando
el-. Papá guardó sus fotos. Tampoco habla de ella -su e
l también l
mas. Sin embargo, hoy volvió a verla en una imagen, pues su foto
la terapia para ella -comenta Ia
de lo mismo, pero fue relajante olvid
do la caseta de seguridad-. Qued
guardias notan nuestras intenciones, se apresuran para detenernos. Mas para nues
siado... desdeñosa. Sus gafas de sol me miran con ese aire de «na
ado de nosotros-. Mi casa muy grande -acot
e desbloquea, y la mujer hace
os -Ian se cr
s ojos, mirán
ordeno recogi
a pino choca con mi nariz. La mujer baja la ve
auto. -Él camina, y un guardi
comoda el espejo en posición. Se acomod
á mucho en llegar -
illa y pone su
nada -se presenta sonrié
recho de llamarle as
en el asiento-, es
Cánada conduce a baja velocidad, ala
añana es tu hijo? -indago,
sita que me result
es el mejor nombre-. Tredway
completa
. Un hombre. Una mujer... ¿El be
ra -alardea baj
picaporte, mismo que se niega a ceder, pese a la fuerza que aplica. Le tiembla
narme cómo toma
despertarás -Lang
ños, pero vuelve a abrirlas. Entonces, a palma abierta, empuja a su padre a
nto ha