Te Entregué Mi Vida
arrollaba una escena particular. Todo era tan ideal, que podría dar la impresión de que los invitados iban
ntidades conglomeradas más destacadas de la ciudad. La participación estuvo limitada a personas de la alta sociedad y a jóvenes nobles de élite, así que no era un exageración afirmar que todos los asistentes eran personas sobresalientes en algún aspecto. Como esas fueron la
e tenía en su mano. Estaba sentada en un rincón oscuro del enorme salón, mirando a
ría irse, porque además era fin de semana y od
ado. La gente allí sin duda elegiría a sus parejas de acuerdo con la riqueza que tenían y
voy de aquí', se
ibido, sus ojos se abrieron sorprendidos y miró a su alrededor como un ladrón sorprendido con las manos en la masa. El mensaje era de su
ima de su cabeza: "¿Cómo una señorita tan hermosa
ar las palabras antes de que el hombre se dejara caer a su lado. Al voltearse,
lo que había visto de ella. Estaba acostumbrado a salir con mujeres hermosas y sexys, pero las puras e inocentes como ella captaban su interés cada tanto. De
gente en su celular. No había manera ni siquiera de que pudiera entretener a un hombre tan engreí
ar haciéndose la difícil. ¿Y quién podría culparlo? De acuerdo con su estatus y de donde provenía, básicamente tenía derecho a creer que todas las mujeres se sentirían atraídas
entuaba las piernas largas y delgadas. Mandy era una belleza natural, con piel clara y rasgos delicados, además de tener una figura des
que ya estaba ardiendo dentro de ella. Respiró hondo para calmarse, lue
ente que hizo fue inclinarse más cerca y poner su mano sobre los hombros desnudos de Mandy. Los ojos del hombre se agrandaron de lascivia ante el contacto con su piel. Era muy suave
erizó por el contacto asqueroso de sus manos, y luchó por resistir el impulso de temblar de disgusto. Agarró el vaso de jugo de la mesa fren
hablar, le puso el
ía que ella estaba bastante entusiasmada con sus planes, así que se sentía ansioso por terminar la beb
camisa blanca. El líquido siguió deslizándose hasta sus pantalones como un pequeño arroyo, antes de mojar su entrepierna
vera de Alman. Ahora su ropa estaba completamente arruinada. "¿Quién diablos crees que eres?", le rugió a Mandy mientras se secaba el jugo del cuello. "¿Cómo
con orgullo y se burló de Víctor: "Digamos que tus patéticos intentos de cortejarme terminan aquí. Eres una escoria, ¿cómo te
aer en cuenta de lo que estaba haciendo. Oh no, había olvidado que este era un evento oficial respaldado por las personas más influyentes de toda la ciudad. Sin mencion
ón que estaba debajo de la mesa con el nombre de su
acia los guardias. Nunca dejaría que esa chica se escapara tan fácilmente, le había arruinado su t
ir corriendo de allí. Pero con toda la prisa que tenía, no vio una mesa repleta de bebidas y chocó
e lo que había dicho Víctor era cierto. Esa mujer se había colado dentro para causar problemas. Así