LA MUJER EN MI
ja. El claxon de un automóvil, me saca de mis pensamientos. Arranco el auto, cruzo la calle y me detengo, no sé qué hacer, estoy aterrada. No quie
cocina, así podré alquilar una habitación por una semana. Mis esperanzas se van al traste, al ver que el golpe me ha dejado una enorme marca en mi cara. Tengo también marcados sus dedos en mis mejillas. No ten
ue me regalara mi abuelo en el centro de la ciudad, hace muchos años, creo que cuando cumplí dieciséis, fue mi regalo de cumpleaños. Lo recuerd
ia allá. Llego, tengo que enseñar mi identificación en la entrada, porque el portero es nuevo y no me conoce, bueno creo que el viejo tampoco lo haría, solo vine esa vez que abuelo me trajo. Nu
tina, como usted no viene a menudo no la conozco, pero su
gracias, ahora si me
-Y corre a subir la barr
ches y muc
que llamar, recuerde que su parqueo es el dos a l
on miedo de que no funcione, hace tanto tiempo que abuelo me la dio que no estoy segura si funcion
á. No puedo dejar de llorar. ¿Por qué tienen que pasarme estas cosas a mí? ¡Tenía que haberle hecho caso a mi abuelo y es
o ant
y dirigirme unas miradas como si me quisiera matar, papá no dice nada, solo me mira con reproche. Bajo mi cabeza al sentir
negando con la cabeza con una mueca de disgusto en su muy maquillado rostro. - ¡Siéntat
evitar que los demás nos escuchen- es que el
l que debi
e me encojo sobre mi misma, en mi intensión de pasar invisible, me siento en mi silla, coloco con disi
tarte! ¡Cálmate, están por llegar nuestros invitado
ido en mi habitación con una bolsa.
u padre, nos acompañarás. Ponte esta ropa, ¡no quie
Tengo exámenes mañana!-Protesté tratando de
ti depende que todo salga bien, no protestes porque no vas a quedarte, tienes que ir, es muy imp
ignada, cogiendo la bolsa que
me con un cortísimo vestido, que apenas pasa más allá de la punta de mis nalg
e pondré