Otoño Bajo La Nieve
baja sacando a la mujer de su trance. "No sé quien sea, pero por favor no me haga daño." Se secó levemente las lágrimas que no dejaban de caer por su
No pretendo hacerte daño, pero el que sufras
gociar. "¿A dónde me lleva?" Preguntó nuevamente. La da
gusta que las cosas se hagan a mi modo, puedes culpar a mi esposo por eso." Dijo con una leve sonrisa. "Realmente la razón por la que vas conmigo es por
ojos, por esa razón le he mimado de forma exagerada, debes saber que mi esposo me lo advirtió..." Mientras la mujer hablaba de las bondades de aq
o por un segundo buscando entender la expresión de la pequeña Mía. "Necesito que siente cabeza con una m
do, tal vez, que fuese toda una broma, que la
eces." La mujer hizo una señal al conductor y este volvió
primera vez en mi vida hacer algo por mí? ´ imploró con sinceridad. Sentía incertidumbre, desdicha y desilusión; maldijo in
que hasta el hermoso día solead
tó en el asiento del auto y cerró los ojos para
despegue recordó las palabras del hombre mayor que conducía el auto de la señora elegante. "Señorita, sé que esto parece malo per en realidad es lo mejor para usted, por fa
tomó aire hasta que prácticamente sus
Observó por la ventanilla del avión la vista hermosa de la ciudad capital, esa que había imaginado solo en sus sueños más lejano
, esta vez un hombre más joven y de buen aspecto les recibió, a d
e un día soñó se tornaron grises, recordó lo muy infeliz que era al ver a una chica so
algo que te desagradara
n las nubes. Se repetía una y otra vez que Jesús no iba a escucharla. ´No sé en realidad por qué siempre te busco o te llamo, al f
omplejo habitacional muy hermoso, Mía descendió del auto con temor,
ada detalle del lugar, sin deseo alguno, solo con admiración. Pudo ver al final del corredor un
Recuerda que solo estás aquí de paso. Arréglate
Dijo la muchacha con voz dulce. Mía se sintió apenada por tanto formalismo. "Por favor, Lía, llámame Mía, sin formalismos." Le indicó. Lía le sonrió con timidez y asintió. "En el arm
la señora Nebahar?" Con una sonrisa Lía le r
selo, sintió miedo todo el tiempo, ella realmente había conseguido intimidarla. Mía asintió con
sería más grande. Buscó en el armario el vestido azul, sin embargo, no lo halló, cuando se giró para darse por ven
nte llamativas en el cuello, sus mangas eran hasta la mitad del brazo y también tenían adornos de piedras en los dobl
ncia. Había lavado su cabello y lucía atractivo, lo había cortado antes de empezar su último trabajo. El vestido
tomarlos, por lo cual pellizcó levemente sus mejillas para darle color a su pálido rostro, sonrió
o la dama elegante abrió la puerta con una sonrisa, "Querida, ya llegaron, por favor, ven conmigo." La mujer parecía verdaderamente alegre. Al ver su reacción Mía se puso de pie al instante y l
una chimenea de estilo moderno, uno de ellos era un hombre mayor, Mía de
presó la mujer, todos los
escándalo que han armado por ti." Y se giró para caminar hacia el comedor. El rostro de Mía palideció al igual que el de todos los presentes. Ella siguió la silueta de aquel hombre sin poder todavía asi