La Leyenda - Saga Necesitamos el quinto elemento - Libro 1
ice una mueca. Nos sentamos cada una en nuestros escritorios, nos sumergimos en la culminación de los deberes, por fortuna no fueron muchos, t
imiento de hoy. Al abrirlo me di cuenta de que desde el otoño
to d
ero si presiento que soy la clave de algo, es un constante llamado a que mi cuerpo pronto será necesitado y temo por ello. Sigo asistiendo a misa, trato en lo pos
o 1
do di
nos separaron, dejándome sola, al percatarme de ello, algo me acechaba, lo que era logró erizar mi piel por completo, pude echar a co
ás transparentes, su mirada era penetrante, misteriosa y reconozco, por un instante sucumbí ante
encontrar lo dejaré en ridículo para devolverle el mismo favor. Agrad
bre frívolo... yo diría qu
Seguía enojada ante el recuerdo de su descortes
gunté a Manuela, jugaba
labores tan rápido y ser tan
demás, todo lo digo se
e cabeza de la señorita
y quedar bellas como madre nos necesita. Con velas
amarán nuest
u pregunta. Era un tema que
n saberlo. -respondí
eguí mis instintos, en esta ocasión alertan de un evento bueno, reacciono según lo que me advierten. Así pasó con Manuela, llegar
y contenta por ella, ¿la dejarán dormir conmigo? -No dijeron nada, se quedaron a
s se presentó el abogado de mis tíos con Manuela, él les contó a mis padres lo que había ocurrido.
cantadora, las flores del jardín se mostraban más vivas y muchos animales se acercaron en di
bueno y no como lo de esta mañana. Tal vez sea diferente, por es
se veía bonito. Aún no sabemos de dónde viene el extraño color de mi cabello, no se sabe si era violeta desvalido o rosa envejeci
s tener algún presentimiento o ¿será que cono
a mi madre que no quería presentación en la sociedad, eso no me interesaba, sin embargo, ella insistió tanto, ese día fue un desastre-. Si lleg
soltamos una carcajada, después de ese baile, no quise asistir a ninguno otro, ella tomó la misma
staño claro, se los acomodé a un lado, que dejaba ver el
más de quince minutos. -hice una mueca y soltó una carcajada-. Te vas a casar
as Manuela. No creo co
nada con velas por todas partes, me pareció fantástico. Me encantan las velas, para mí pens
contraba lo haría. Escuchamos las voces provenientes de uno de los salones donde mis padres acostumbran a re
la vuelta para comprobar con mis propios ojos lo que había pasado. El problema... Quedé fría, estática
de... ¿Qué pretendía el destino?, a él le brillaron los ojos por un instante, como estrella fugaz en el
daron con nuestras reacciones. También se encontraban presentes los dos señores adultos, los cuales pa
encia debía de ser un par de años por lo menos. El señor Granados fue quien rompió el hielo y nos sacó
nto a la famili
cer. -¡