La Leyenda - Saga Necesitamos el quinto elemento - Libro 1
rima. Huíamos despavoridas con el uniforme azul a cuadros, camisa
ulsión. -Mi prima desde hace tres años vivía con nosotros, quedó huérf
. Gracias a Dios ella no los acompañaba en ese viaje, agradezco al cielo por dej
inguidas familias en esta sociedad aristocrática. Habíamos soltado los caballos del carruaje, como siempre al termin
mento. -Nosotras no nos quedábamos internas, vivíamos cerca del convento-. Por eso en la última
te. Nos detuvimos en el bosque porque no podíamos dejar de reírnos, sin dar
a los extraños sucesos, de animales salvajes y hasta fantasmas. Era por lo mucho que inti
nto, me sentía ligada al aire de una forma indescriptible. Pero la oscu
os atrás
gitada, con ese brillo de alegría en su
ientras la piel cambiaba de estado, a
n mis instintos los emergentes de la alerta. No sé bien qué pasó, de un momento a otro ella desapareció,
sde mis entrañas, se fue trasformando en un miedo profundo, imaginé un gran demo
, como si una nube negra se hubiese apoderado de lugar y a su vez se materializó en una figura humana. Una risa macabra surgió de alguna parte -«muy pr
al bosque, el caballo iba desbocado, no tuve tiempo de tirar de la rienda y ocasio
el fuerte golpe que me daría con los árboles al otro lado del sende
n el suelo. Todo fue tan rápido, y provocó un leve mareo al soltarme, no conté con equilibrio y caí. De t
ada. Permanecí varios segundos recuperando el aliento y los nervios. Respiré profundo antes de ponerme en
o, de cabello castaño claro, sus ojos eran de un bello verde claro, parecía un ángel. Me miró con tal ternu
ra usted bi
ratorio desde lo más profundo del
do la mirada. ¡Me avergonc
acción constatar qu
na señorita este sin chaperona, doncella o una carabina, me
lumbrante sonrisa y no pude apartar la mirada de su perfecto rostro, sus ojos eran como el verde de un lago puro, sus ce
de otro caballo... «Mi prima», ella no estaba conmigo, el temo
riana! -Su voz
sin embargo, me sorprendió verla venir por el sendero principal, al verm
, sabes que no puedo llegar a la casa so
ú quien me
so la expresión más tonta nunca antes vista. Una extraña punzada se materializó
onio D'Mo
antres! Los caballeros que solo pensaban en sus cheq
la Str
la inclinación correspon
ted.
enía esa calidez de hace unos minutos, ahora me ofrecía una calculador
na Gra
de mi reacción, solo seguía mis instintos, efectué la inclinación pertinente
ertante
perfecta inclinación a medias. ¡No ofreció su mano! Se debe saludar según las costumbres. Se ve d
e unos minutos fue un verdadero caballero, no obstante, se había convertido en un inculto. Sentí tanto enojo, aunque no se lo demostré, saqué valor, un poco d
uevo por salv
fue
, aquellos creyentes de ser más que otros por no tener apellidos distinguidos. Le di la espalda, subí al caballo, causando asombro en el rostro de l
las montar igual
también se había montado de la misma manera,
r buena impresión, menos si