La Leyenda - Saga Necesitamos el quinto elemento - Libro 1
r a ese caballero, Manuela hizo lo mismo, los
ént
o de salírseles, por mi parte me sentía nerviosa, las manos comenzaron a sudarme. Lord Antonio parecía analizarme, no pude c
conveniente que tuvieron en la tarde, cuando se
l estómago, ese inconv
cé a sujetarla del brazo. -comentó Lord Antonio de manera desafiante, parecía disfrutar co
uventud, hoy en día no respe
dente era
nmigo o ¿sorprendido?, demostré que no me gustaban los cuentos
anados se veía rojo por la vergüenza ocasionaba por su propia hija. La mirada de
ayores-. Mi caballo se desbocó por algo que lo asustó en el bosque, por eso se estrelló contra los suyos, no pude agradecerles en la tard
ntonio, aunque, no recuerdo ahora su nombr
es ci
r la rabia, pero al mismo tiempo un gran desconcierto. Algo en
zco de palabras por mi conducta. Espero en un
i apenas hace unas horas que nos conocíamos. No había nada gratificante que un ret
ria
mis oídos, logrando desviar la
do por haberte ofre
o por qu
s de reírse, ¡mira nada más, qué insolencia!, ¿se burlaba en mi propia cara? Úrs
e mí». Me dieron ganas de darle una bofetada, no comprendía las razones de mis alteraciones, soy una señorita bien educada. Los señores
ermano, por lo menos era más educado, un poco más bajo, y aun así también era alto. Al analiza
, pero el mal educado que me tocó por descarte, ni por enterado. Caminó primero, dejándome de ú
e Inglaterra. Recuerdo que solo una vez lo había hecho, fue en uno de mis cumpleaños; también sacó el m
taron a cada extremo, los señores D'Montecarlos quedaron a mi lado, la pare
Si ingería alimentos de una forma me miraba diferente, si hablaba de algo p
otivo para malos entendidos entre nuestros padres, mientras nos tom
linda p
ahogo, él miró con desaprobación a sus padres,
péns
escuchar lo que yo quería decirle. «Sácale la mayor información a su hermano y así poder saber a qué atenerme con seme
ntadora. -comentó lady
nte su agrado, espe
echaron las manos. Manuela seguía del brazo del hermano de Antonio, quien
onó. -Lo miré-. Es usted tal cual como lo supongo. -comenté
mutuo el s
incliné ante su hermano que, esperada a su lado, lo miré a él, continuaba con la mano extendida,
ari
espaldas, tomé uno de los candelabros del pasillo para dirigirme a recámara. Mis padres deb
jeron mi
ste muy descortés. -Ella que lo dice y
na Gran