La Política de los Estados Unidos en el Continente Americano
ción. Los norteamericanos habían hecho surgir su nacionalidad al calor de su amor al republicanismo, y por fuerza tenían que sentirse identificados con aquellos pueblos que m
en los Estados Unidos participaban de ese estado de opinión, está de
de la notificación que se le hace de la declaración de Independencia de las "Provincias Unidas de Venezuela", así como el dictamen de un Comité especial, a que fué deferida dicha "Declaración", en la Cámara de Representantes, y por el que se recomendaba se incitase a los revolucionarios para que perseveraran en sus esfuerzos; los términos del Mensaje Presidencial de 2 de diciembre de 1817, en que po
ia de aquellas colonias, el a?o 1818, esto es, cuando aún no había reconocido dicha Independencia
s, idearon los soberanos de Europa, se había constituído en 1815, y en 1818 debía celebrar sus sesiones en Aix-La-Chapelle.
procediendo de acuerdo con instrucciones de la Secretaría de Estado, le hizo saber a Lord Castlereagh, Ministro de asuntos exteriores, que el Gobierno de los Estados Unidos, tras detenida deliberación, había resuelto no tomar parte, bajo nin
e los Estados Unidos, le retiró todo su apoyo al proyect
de los pueblos de la América del Sur y a perder el magnífico comercio que con los mismos había emprendido y que hasta entonces estuvo monopolizado por Espa?a
uella nación, por boca del Duque de Wellington, en términos tan enérgicos contra el acuerdo de que Francia pudiera intervenir en Espa?a con objeto de restablecer el orden, y contra aquel otro por el que se eliminaba la repre
o todavía combatía Espa?a en suelo americano, por no perder su soberanía, el
aterra del proyecto de la Santa Alianza, de someter a las colonias, parecía alejar todo peligro de que Espa?a recuperase sus perdidos do
eguraba como cosa corriente, en todas las cancillerías, que el próximo paso que daría Francia, respaldada por
ya lo habían hecho los Estados Unidos, sino porque, según antes se había dicho, iba a perder su cada vez más próspero comercio con las antiguas colonias, dado que en aquella época sólo la Metrópoli podía co
pueblo norteamericano, hacia éste volvió la vista. Véase cómo procuró un acercamiento con el
as le había significado al gobierno de París, por medio de una "nota", que Inglaterra estaba confiada en que Francia no se prevalería de su posición para obtener concesiones territoriales en las posesiones espa?olas, hubo de manifestar
librarle una comunicación al diplomático norteamericano proponiéndole que los dos
ble la reconquista de
ocimiento como Estados independientes,
obstáculos para un arreglo entre ellas y la mad
opiarnos ninguna porc
a que una porción de ellas pas
ido no tendría inconveniente en formular las cinco declaraciones en cuestión, pero que la forma de hacer dichas declaraciones es lo que él no podía decidir sin antes recibir instrucciones; y aprovechó la ocasión para hace
a en condiciones de estabilidad, para ventura y provecho de las mismas y del resto del mundo. Para el mejor éxito de esta finalidad nada sería más conven
uridad de que su Gobierno participaba del pensamiento encerrado en las cinco
oposición del Ministro inglés. Le llamaba la atención a su Gobierno con respecto al peligro que podría encerrar tomar una medida que los envolviera en el s
s Estados Unidos dieran paso alguno que implicara
que le había hecho eran meramente confidenciales, desprovistas de todo carácter oficial; pero, en cambio, en 18 y 26 de septiembre, le consultó si, caso de reconocer la Gran Breta?a la independenc
epartamento de Estado el 19 de noviembre, reveló estar al cabo de c
inspira más que en su interés y en su ambición, y hasta no me extra?aría que en el fondo estuvi
anning guardaba completo silencio en el negocio en cuest
e el primero le da cuenta al segundo de la que a su vez había celebr
a en dicha lucha alguna potencia extranjera; que no aspiraba a ventajas territoriales, sino a sostener relaciones de amistad y comercio con las referidas colon
ncia no se aprovecharía de las ventajas de su situación en Espa?a para realizar adquisiciones terri
mió que Francia aprovechara su situación para conseguir buenas posiciones en la América, y desi
ispensado en Washington, mientras t
r la opinión del ex Presidente Jefferson, y éste la e
e las cuestiones y disputas de ésta; que la única nación europea de quien se podía temer algo, por su potencia, era la Gran Breta?a, y que si ésta se desprendía del
el ex Presidente Madison, a qui
oral de su carácter como por su patriotismo y talento, figura entre los primeros ejemplares de la gran democracia americana, hizo ver a todos la verdadera situación. Nos referimos a John Quincy Adams, a la sazón Secretario de Estado. Hizo ver a todos, con su extraordinaria sagacidad, que lo que buscaba hábilmente la Gran Breta?a al procurar esa liga con los Estados Unidos er
on toda intención. Por muchos se consideran las gestiones de Canning en este asunto como causa de
nroe hay que buscarla en una causa mediata: el deseo del Gobierno de Washington de evitar que la Santa Alianza trajera a América sus principios reaccionarios, y en otra inmediata: la actit
extranjeros comerciar y navegar dentro de una zona de cien millas italianas, situada entre l
con derecho a esa zona, y sus respectivos gob
Barón de Tuyl, Ministro ruso, y hubo de hacerle esta arrogante declaración que resumía su manera de pe
nente, y desde ahora proclamamos el principio de que los Continentes american
trucciones a Middleton, Ministro en Rusi
Continente Americano. Con excepción de las colonias británicas situadas al Norte de los Estados Unidos, el resto de los dos Continentes no debe ser gobernado más que por manos americanas... Negamos, pues, el derecho de Rusia a establecer colo
as dos esferas". Lo propio aconteció con otra declaración que formuló también por aquella
Gobierno, que al conocimiento de éste había llegado que la República de Colombia había designado como Ministro en aquel Imperio al General Devereaux,
ar en la neutralidad hasta entonces observada respecto a Espa?a y sus colonias emancipadas, había tenido por base la observancia de igual neutralidad por todas las potencias de Europa con respecto a dicha lucha; que mientras aquel estado de cosas continuara sin modificación, pod
ifestaciones que había hecho, y aquél no sólo las aprobó, sino que le expuso que así se lo hiciera
ismo en el Gabinete, y el 25 del propio mes se redactó una decl
opia Espa?a, trate de restablecer, ya el dominio de ésta sobre sus colonias emancipadas, ya de fundar mon
a declaración, que uno de los proyectos que acariciaba la
mbiciones de Europa, el principio de la "no colonización", y que en noviembre de ese mismo a?o había levantado, también frente a l
on repetidos por el Presidente Monroe en su Mensaje al Congreso, de 2 de diciembre del citado a?o. D
"no colonización"
ueltos los derechos e intereses de los Estados Unidos, que los continentes americanos, por la libre e independiente condición que han asumido y mantienen, no deberán consider
ncipio de la "no intervenció
tados Unidos alimentan los sentimientos más amigables en favor de la libertad y felicidad de sus prójimos en aquella parte del Atlántico. Jamás hemos tomado parte en las guerras de las potencias europeas, so
co de las potencias aliadas es esencialmente distinto, en este respecto, del de América. La diferencia procede de la que existe entre los respectivos gobiernos. Nuestra nación está interesada y decidida a defende
ligrosa para nuestra paz y seguridad. Nosotros no hemos intervenido ni intervendremos en las colonias o dependencias existentes de ninguna potencia europea. Pero respecto de los gobiernos que han declarado y mantenido su independencia, que hemos reconocido, apoyados en gra
que hemos observado y observaremos, con tal que no ocurra cambio alguno que, a juicio de competentes autoridades o
as aliadas han creído conveniente y satisfactorio para ellas la intervención por la fuerza en los asuntos interiores de Espa?a. Hasta qué punto pueda llevarse tal intervención, bajo los mismos princip
n el hecho de no intervenir en los asuntos interiores de aquellos Estados; considerar el gobierno de facto como legítimo; cultivar con él relaciones amigables y co
cualquiera porción de este hemisferio, sin peligro para nuestra paz y felicidad, ni nadie puede creer que nuestros hermanos del Sud, si se les dejase solos, lo
s de aquellos gobiernos, y la distancia que los separa, e
r las partes entenderse entre sí, en la esperanza de
aje ninguna idea nueva. Eran las mismas consignadas con
ón fué Adams, no sólo porque fué concebida por el criterio de éste, sin
millones de habitantes, se atreviera a encararse, por así decirlo, de una manera tan atrevida, con las viejas monarquías europeas. Las declaraciones formuladas con este motivo por el Prínci
ancés L'Etoile
a República está situada entre unas posesiones del Rey de Espa?a y otras del Rey de Inglaterra, y no hace más que cuarenta a?os que fué rec
le agradaron los t
824-la Gran Breta?a se verá en el caso de tener
bía dado la seguridad a la Gran Breta?a de que no ayudaría a Espa?a en la Empresa de someter a las colonias, la
la revela el hecho de que todos los sudamerican
ados Unidos, en cuanto al comercio y la navegación de la zona situada al noroeste del