El Peso de ser Heredera Perfecta

El Peso de ser Heredera Perfecta

Gavin

5.0
calificaciones
194
Vistas
11
Capítulo

El día del divorcio de mis padres, la tensión en el juzgado de la Ciudad de México era palpable. Mi hermana, Valeria, ya se veía como la "princesa de Monterrey", lista para la vida de lujos con Isabela Montenegro, la empresaria multimillonaria. Pero yo lo sabía. Había renacido. Y recordaba la escalofriante verdad detrás de la obsesión de Isabela por una "hija perfecta". Su imperio inmobiliario era una fachada para un brutal campo de entrenamiento, donde moldeaba herederas sin escrúpulos. En mi vida anterior, yo fui su elegida, y ese "éxito" me destruyó por dentro. Valeria se lanzó hacia mi padre, Ricardo, con lágrimas fingidas, reclamando su futuro de opulencia. Yo tenía otro plan para escapar de ese infierno. Calculé cada paso, forzando mi caída por una escalera oscura. El crujido de mi brazo al romperse y la sangre cerca de mi ojo fueron mi billete a la libertad. Mi "imperfección" me salvó; Ricardo me descartó con desdén, y Valeria, llena de falso cinismo, creyó que el camino al trono estaba libre para ella. En el hospital, las heridas eran reales, pero la libertad lo era más. Mi cicatriz, mi escudo. Sabía que Valeria, ingenua, no comprendía a la verdadera Isabela: una máquina que devoraba almas, no quería hijas, sino herramientas de negocios. No volvería a caer en esa trampa. Mi único propósito era proteger a mi madre y encontrar la paz. Nos refugiamos en Oaxaca, la tierra de mi madre, y construimos una vida humilde pero llena de arte y tranquilidad. Años después, cuando creía haber escapado, Valeria y Ricardo reaparecieron, demostrando que la ambición de Isabela no había terminado. Consumida por la envidia al haber fracasado como "heredera", Valeria atacó nuestro puesto en el mercado, picahielo en mano, dispuesta a destruirnos. Pero ella no conocía la fuerza oculta de mi linaje. Mi abuela, Doña Consuelo, una matriarca temida y respetada, emergió, desmantelando la locura de Valeria y enviándola a prisión. Esto era solo el principio. Con la justicia en mis ojos y el inquebrantable apoyo de mi familia, mi verdadera guerra contra Isabela Montenegro apenas comenzaba. Voy a desmantelar su imperio, pieza por pieza, hasta que no quede nada.

Introducción

El día del divorcio de mis padres, la tensión en el juzgado de la Ciudad de México era palpable.

Mi hermana, Valeria, ya se veía como la "princesa de Monterrey", lista para la vida de lujos con Isabela Montenegro, la empresaria multimillonaria.

Pero yo lo sabía. Había renacido. Y recordaba la escalofriante verdad detrás de la obsesión de Isabela por una "hija perfecta".

Su imperio inmobiliario era una fachada para un brutal campo de entrenamiento, donde moldeaba herederas sin escrúpulos.

En mi vida anterior, yo fui su elegida, y ese "éxito" me destruyó por dentro.

Valeria se lanzó hacia mi padre, Ricardo, con lágrimas fingidas, reclamando su futuro de opulencia.

Yo tenía otro plan para escapar de ese infierno.

Calculé cada paso, forzando mi caída por una escalera oscura.

El crujido de mi brazo al romperse y la sangre cerca de mi ojo fueron mi billete a la libertad.

Mi "imperfección" me salvó; Ricardo me descartó con desdén, y Valeria, llena de falso cinismo, creyó que el camino al trono estaba libre para ella.

En el hospital, las heridas eran reales, pero la libertad lo era más. Mi cicatriz, mi escudo.

Sabía que Valeria, ingenua, no comprendía a la verdadera Isabela: una máquina que devoraba almas, no quería hijas, sino herramientas de negocios.

No volvería a caer en esa trampa. Mi único propósito era proteger a mi madre y encontrar la paz.

Nos refugiamos en Oaxaca, la tierra de mi madre, y construimos una vida humilde pero llena de arte y tranquilidad.

Años después, cuando creía haber escapado, Valeria y Ricardo reaparecieron, demostrando que la ambición de Isabela no había terminado.

Consumida por la envidia al haber fracasado como "heredera", Valeria atacó nuestro puesto en el mercado, picahielo en mano, dispuesta a destruirnos.

Pero ella no conocía la fuerza oculta de mi linaje.

Mi abuela, Doña Consuelo, una matriarca temida y respetada, emergió, desmantelando la locura de Valeria y enviándola a prisión.

Esto era solo el principio.

Con la justicia en mis ojos y el inquebrantable apoyo de mi familia, mi verdadera guerra contra Isabela Montenegro apenas comenzaba.

Voy a desmantelar su imperio, pieza por pieza, hasta que no quede nada.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
El Sacrificio Oculto de mi amor

El Sacrificio Oculto de mi amor

Romance

5.0

Él era el hombre al que una vez amé más que a nada, pero nuestro matrimonio se había convertido en una tortura diaria de humillación. Yo, Isabella Montoya, vivía bajo la cruel mentira de haberlo abandonado por dinero y ambición, mientras, en secreto, había sacrificado todo por él, incluso donarle un riñón para salvarle la vida. Para protegerlo de los peligros del cartel y cumplir mi misión secreta, tomé la decisión más desgarradora: fingir mi propia muerte. Incendié nuestra casa, dejando un señuelo para que fuera encontrado en mi lugar. Para él, Isabella Montoya había desaparecido para siempre. Lo que no sabía era que mi supuesta desaparición desenterraría la verdad que él había ignorado. Él descubrió el sacrificio de mi riñón y cómo lo había rescatado secretamente de la muerte en varias ocasiones. Consumido por el arrepentimiento, su furia se volcó contra Carolina, la mujer que había envenenado su mente y se había atribuido mis acciones. La venganza de Santiago fue gélida, torturándola sin piedad hasta despojarla de su identidad. Él me creía muerta, yo seguía viva. Cuando nuestros caminos se cruzaron de nuevo, en mi fiesta de compromiso bajo la identidad de "Valeria Rojas", él vio no a la heroína que lloraba, sino a la "maldita víbora" que creyó haber perdido para siempre. ¿Cómo podía hacerle entender sin exponer mi misión y destruir todo lo que había construido? Atrapada entre el amor del pasado y un peligroso presente con el cartel, sabía que el juego apenas comenzaba. La verdad sobre mi vida era aún más oscura que su odio, y mi misión me obligaba a un último y cruel sacrificio.

Mi vida de mentira, destino fatal

Mi vida de mentira, destino fatal

Romance

5.0

Isabella Vargas vivió veinte años creyendo ser la hija de una rica familia bodeguera, dueña de prestigiosos viñedos en Mendoza. Su vida parecía un cuento de hadas. Pero un día, el hallazgo de un viejo testamento reveló la devastadora verdad: no era de sangre Herrera, sino la huérfana de modestos empleados fallecidos en un trágico accidente. Toda su existencia fue una mentira. La familia la expulsó con una frialdad desalmada, pero Mateo Herrera, el hijo mayor, obsesivo y posesivo, la forzó a un compromiso, convirtiéndola en su cautiva personal. A pesar de intentos desesperados, su vida se volvió una jaula de oro. Tras un accidente que le causó amnesia a Mateo, la familia la denigró a sirvienta, pagándole una fortuna para que desapareciera, una libertad agridulce que la llevó a Uruguay con su amigo Santiago. Sin embargo, Mateo recuperó la memoria, y con ella, su enfermiza fijación, arrastrándola de vuelta al infierno. La sometió a una tortura psicológico y física sin límites, incluso intentando usarla como moneda de cambio en sus sórdidos negocios. ¿Cómo se liberaría de un monstruo que la perseguía sin tregua? En el culmen de la humillación, Isabella se negó a seguir siendo una víctima. Su espíritu renació, no para huir, sino para desmantelar el imperio de Mateo. Se armó de ingenio y coraje, convirtiéndose en arquitecta de su caída, porque en esta cacería, ella sería el cazador, buscando la justicia y la ansiada paz.

Venganza desde la Cuna

Venganza desde la Cuna

Historia

5.0

El frío de la muerte aún se aferraba a mis huesos, recordándome la sangre en mis sábanas y el dolor lacerante de perder a mi hijo nonato. Todo esto, mientras mi esposo, el Príncipe Alejandro, consolaba a mi propia hermana, Valentina. Ese recuerdo se desvaneció como un fantasma al amanecer al despertar y sentir la mano del médico en mi vientre. "Estás embarazada de casi dos meses. El bebé está sano", dijo con una sonrisa. ¿Embarazada? Una ola de emociones me golpeó: la alegría, la desesperación pasada y una furiosa esperanza. Recordé la verdad con aterradora claridad: cómo mi hermana, egoísta y hermosa, rechazó este matrimonio, alegando amor por un plebeyo. Yo, que amaba en secreto al príncipe, ocupé su lugar para salvar el honor familiar. Recordé su regreso meses después de mi primer embarazo, llena de arrepentimiento y celos, seduciendo a Alejandro con insultante facilidad. ¡Escuchaba sus risas resonando por los pasillos mientras yo me marchitaba en mi habitación, su traición la daga que causó la pérdida de mi bebé y, finalmente, mi propia muerte por una "fiebre repentina"! El Príncipe Alejandro entró con su sonrisa perfectamente ensayada al escuchar la noticia. "¡Sofía, mi amor! ¡Seremos padres!", exclamó, abrazándome con frialdad y el ligero perfume de otra mujer en su ropa. Fingí una sonrisa tímida, pero por dentro, mi corazón era un témpano de hielo: este hombre solo un peón, mi hermana, mi propia sangre, el verdadero objetivo. Tenía una segunda oportunidad. No para amar, sino para vengarme.

Renacer a escapar

Renacer a escapar

Romance

5.0

Un dolor agudo me partió la cabeza, y al despertar en un hospital de Sevilla, lo primero que me dijeron fue que tenía veinticinco años y estaba casada con un hombre al que no recordaba, Mateo Vargas. Mi "esposo" era un completo desconocido, un hombre frío y calculador que había accedido a un matrimonio de conveniencia orquestado por nuestras familias para fusionar bodegas, y que además, me engañaba descaradamente con su asistente legal, Isabel Montoya. Descubrí con horror que, en esta vida que no era mía, había renunciado a mi pasión por la fotografía, al flamenco, a mi tatuaje del ave fénix e incluso a mi moto, todo por complacer a este hombre que me despreciaba y se burlaba de mí a mis espaldas, llamándome "una mona vestida de seda", y el colmo, mientras yo perdía a nuestro hijo en el hospital, él estaba de vacaciones con su amante. El dolor y la humillación eran insoportables: ¿cómo había llegado a ser la sombra de la Sofía libre y apasionada que recordaba, una mujer que lo había perdido todo por un hombre que ni siquiera la quería viva? Al borde de la desesperación, después de un accidente que casi me cuesta la vida, me encontré de vuelta en el pasado, justo antes de cometer el mayor error: casarme con él, y ahora, con la memoria intacta de mi infierno anterior y una segunda oportunidad, estoy decidida a reclamar mi libertad, mis pasiones, y encontrar el verdadero amor, custodiando mi corazón de todo lo que una vez me arrebató la vida.

Quizás también le guste

Él la salvó, yo perdí a nuestro hijo

Él la salvó, yo perdí a nuestro hijo

Gavin
5.0

Durante tres años, llevé un registro secreto de los pecados de mi esposo. Un sistema de puntos para decidir exactamente cuándo dejaría a Damián Garza, el despiadado Segundo al Mando del Consorcio de Monterrey. Creí que la gota que derramaría el vaso sería que olvidara nuestra cena de aniversario para consolar a su "amiga de la infancia", Adriana. Estaba equivocada. El verdadero punto de quiebre llegó cuando el techo del restaurante se derrumbó. En esa fracción de segundo, Damián no me miró. Se lanzó a su derecha, protegiendo a Adriana con su cuerpo, dejándome a mí para ser aplastada bajo un candelabro de cristal de media tonelada. Desperté en una habitación de hospital estéril con una pierna destrozada y un vientre vacío. El doctor, pálido y tembloroso, me dijo que mi feto de ocho semanas no había sobrevivido al trauma y la pérdida de sangre. —Tratamos de conseguir las reservas de O negativo —tartamudeó, negándose a mirarme a los ojos—. Pero el Dr. Garza nos ordenó retenerlas. Dijo que la señorita Villarreal podría entrar en shock por sus heridas. —¿Qué heridas? —susurré. —Una cortada en el dedo —admitió el doctor—. Y ansiedad. Dejó que nuestro hijo no nacido muriera para guardar las reservas de sangre para el rasguño insignificante de su amante. Damián finalmente entró en mi habitación horas después, oliendo al perfume de Adriana, esperando que yo fuera la esposa obediente y silenciosa que entendía su "deber". En lugar de eso, tomé mi pluma y escribí la última entrada en mi libreta de cuero negro. *Menos cinco puntos. Mató a nuestro hijo.* *Puntuación Total: Cero.* No grité. No lloré. Simplemente firmé los papeles del divorcio, llamé a mi equipo de extracción y desaparecí en la lluvia antes de que él pudiera darse la vuelta.

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro