Cuando Julianne Smith decidió vengarse de su ex esposo infiel, no pensó que acabarÃa destrozando el coche de William Covington, un guapo y rudo desconocido de aspecto peligroso y tatuajes por doquier que le promete hacer su vida de cuadritos producto de su error. Esperando no volver a encontrarse, su pequeño hijo llega a casa con su nueva amiga de escuela, sin imaginar ni esperar que aquella niña fuese hija del mismo hombre que le habÃa vuelto la vida un completo caos. Enfrascados en la amistad desbordante de sus hijos, William y Julianne se ven obligados a pasar más tiempo juntos, sin esperar que hubiesen más hilos conectados entre ellos de los que imaginaban, y que los llevarÃan poco a poco a desarrollar una intensa atracción imposible de evitar, aun cuando eran completamente diferentes.
Acaricié las teclas con energÃa, mirando a través de mis gafas de lectura. Sonreà satisfecha, inspirada y muy entusiasta. La escritura estaba quedando perfecta. Me acerqué la copa de vino blanco y bebÃ, dándome suficientes energÃas para continuar, imaginando la escena perfectamente bien en mi cabeza mientras escuchaba una canción de George Michael.
" Arthur caminó hacia ella, sujetando el cinturón que hace sólo segundos se habÃa quitado. Martha lo miraba, vestida sólo con su diminuto conjunto de noche, ofreciéndole los manjares de su cuerpo, húmedo y caliente. Él observó cada pequeño detalle de sus curvas, los detalles de su piel juvenil y morena, que hacÃa un complemento ideal con sus cabellos rizados, negros y frondosos.
La mandÃbula de Arthur se encontraba tensa y su cuerpo poco a poco fue transformándose en un rÃgido espectro masculino y viril, manejado sólo por su espÃritu fuerte y concebido para el calor. QuerÃa hacerla suya, poder penetrar en su interior y deshacerla en los placeres que sus cuerpos podÃan concretar. Deseaba oÃr el sonido de sus cuerpos chocar, sentir el poder de sus manos en torno a sus muslos llenos y el roce de su masculinidad entre sus paredes irresolutas, calientes y fuertes.
- Quiero sentirte, Arthur -gimió Martha, cerrando las piernas y luego abriéndolas para él-. Quiero que me... "
¿Qué quiere Martha?
Me quité los anteojos y bufé, pasándome la mano por la frente.
Vamos, ¿qué quiere?, pensé, mirando hacia el fondo de mi estudio.
Me acomodé en la silla y me acerqué a la pantalla de mi laptop, dispuesta a terminar a como diera lugar.
"- Quiero que me hagas el... "
Borré la frase y entonces seguÃ, apretando aún más las teclas.
"- Quiero que me pen... "
-Hola, mami.
Cerré la laptop y tiré de mi silla hacia atrás.
Era Fred, mi precioso hijo de... Uf... ya tenÃa 6 años. Estaba tan grande.
-¿Qué haces?
Enarqué una ceja y me apoyé en la máquina, haciéndome la tonta.
-Sólo estoy haciendo informes para la universidad.
Me sonrió, elevando sus mejillas regordetas.
Como madre soltera desde los 23, mi mayor compañÃa habÃa sido siempre mi hijo. Ahora que lo miraba, con su cabello castaño y ondulado y sus ojos inmensos de color chocolate, no dejaba de pensar en lo mucho que nos parecÃamos.
Éramos uña y carne.
En ese instante entró mi madre, que cuidaba de mi hijo cuando debÃa trabajar.
Elena me vio, dispuesta a escribir, y enseguida se rio.
-¿Qué? -inquirÃ, cruzándome de piernas.
-Asà que te has puesto a escribir nuevamente, ¡eso es perfecto!
-¿Qué escribes, mami? -me preguntó mi pequeño, apuntándome con su redonda nariz.
Suspiré y le tomé la mano para acariciársela. Él me la besó en el momento y yo le sonreÃ. VeÃa el amor en sus ojos, el que siempre sacaba a relucir cuando estábamos juntos.
Fred no era como todos los niños, lo supe cuando nació antes de tiempo. TodavÃa me costaba dimensionar lo que significó en su momento, pues no dejaba de ser esa misma jovencilla de 23, crédula e inmadura, que tuvo a su pequeño prematuro contra viento y marea.
HabÃa costado tanto poder llevarlo a la vida, creà que no estarÃa conmigo y que sólo nos conocerÃamos por unos dÃas hasta que su corazoncito inmaduro no soportase más. Nunca habÃa tenido tanto miedo desde que lo vi en la incubadora y me dijeron que sus pulmones no funcionaban bien y que, además, sus pequeños intestinos tampoco. Creà que sólo debÃa resignarme, pero lo intenté, y aquà estaba, sólo que a pesar de que ahora estaba conmigo, las cicatrices de aquel episodio seguÃan mermando en nosotros.
-Mmm... me has pillado con las manos en el pastel -murmuré-. SÃ, estoy escribiendo otro relato erótico para mi público.
Mi madre sonrió y se sentó en la silla del frente. Puso sus manos bajo su barbilla y me quedó mirando, siempre admirada de mi trabajo. Bueno, nuestra confianza era suficiente y verdadera, la que me habÃa inculcado desde que tuve noción de mi realidad.
-¿Y?
Rodé los ojos.
-¡Sabes que no puedo! -Bufé-. ¿Puedes creer que no avanzo del párrafo?
-Con esa música cursi de George Michael es imposible que tengas inspiración, cariño.
-¿Y qué sugieres, mamá? Llevo un año sin publicar mi libro y mi editora está sedienta, ni te imaginas mis lectoras. -Me llevé el dedo pulgar a los labios, nerviosa ante la idea-. ¿Crees que ellas estén expectantes luego de todo este tiempo?
-Julianne, eres una de las genias del erotismo desde que tienes 25, ¿de verdad crees que no será asÃ? Además, una periodista increÃblemente destacada. La gente te conoce y te adora.
Me mordà el labio inferior y le apreté la mejilla a Fred, que me miraba atento a todos mis movimientos.
-Bien, buscaré la forma de inspirarme porque de momento esto es imposible -bufé.
-PodrÃas comenzar dejando de escuchar a George Michael, eso estaba de moda en mi época. ActualÃzate, cariño. Ni yo con Stan podemos hacer el amor asÃ, ¡tiene que ser algo sucio, algo... !
Le di una mala mirada y ella me quitó a Fred de los brazos para llevárselo hacia la puerta mientras se reÃa.
-Vamos a ver una pelÃcula con Fred, ¿qué te parece? Te harÃa bien.
-¡SÃ! Vamos, mami -me insistió mi pequeño.
Nunca podÃa resistirme a él.
-Por supuesto que sÃ, mi amor -exclamé, levantándome de la silla y corriendo hacia él-. Y tú, mamá, por favor, deja de narrarme las vivencias que tienes con ese pobre hombre al que apenas dejas respirar.
Me mostró la lengua y se fue moviendo las caderas, muy feliz.
CapÃtulo 1 1
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CapÃtulo 2 2
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CapÃtulo 3 3
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CapÃtulo 4 4
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CapÃtulo 5 5
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CapÃtulo 6 6
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CapÃtulo 7 7
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CapÃtulo 8 8
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CapÃtulo 9 9
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CapÃtulo 10 10
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CapÃtulo 11 11
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CapÃtulo 12 12
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CapÃtulo 13 13
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CapÃtulo 15 15
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CapÃtulo 40 40
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