Una Luna para el Alfa
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res escuchar
a. El lobo, cuyo pelaje resplandecía bajo la luz plateada de la luna, cantaba con pasión y devoción que resonaban en los rincones más profundos de la noc
lena que pasaba. La Diosa Luna, que observaba el mundo desde lo alto del firmamento, se sintió profundamente conmovida por la de
er hermosa, con cabellos plateados que brillaban como la luna misma. Se acercó al lobo, cuyos ojos reflejaban la misma lu
han conmovido profundamente. Nunca antes criatura alguna sobre la tierra había demostr
ndo una forma distinta. Se convirtió en un hombre con cabellos negros como la noche y ojos ámbar que brillaban como la luna llena. El lobo se hab
us labios se lo impidió. En su interior, su propio deseo era que, así como hasta ahora, solo e
a la pequela de cuatro años mientras se aco
o guardo su forma más personal de expresar su amor a
*
r millonésima vez - te dije que no era una buena
con cansancio - nunca te dije que volvieras conmigo. Es m
vas a explicar por qué Wen está con no
l aullido cercano de un lobo. Sin perder un segundo, gira su mirada hacia su hermana y nota cómo el rostro de esta pierde la tranquilidad y adopta una expresión de miedo. - ¡hey! – le llama toma
enzaron a correr. Anne podía jurar que escuchaba las pisadas presurosas del lobo detrás de ellas, pero al volver su rostro, no pudo ver nada. Apenas si h
l bajo llamado
ración acelerada y su rostro pálido le h
s pasos, toma a su hermana por los hombro
la respuesta entre
s que irnos. - Aun cuando su propio miedo está a flor de
be; el tono entrecortado de Aisling d
sin vacilar -
ng; sus ojos dejan ver las lágrimas que comien
rmana. - Vete - al ver que esta no hace ningún movimiento, calm
Aho
ndo un drama sin justificación, pero si es cierto el sentimiento de ser perseguidas, no tiene sentido que se queden juntas, no si hay la posibilidad de que un
e escucharon más cerca, ajustando mejor la capa roja que la cubre, comenzó a alejarse de la dirección de dónde sintió que venían aquel
ía
or que producía el agua al correr, ¡era el río! El sonido del agua la hizo sentir aliviada. Su padre solía decirle tanto a ella como a Aisling que, si alguna vez se perdían en el bosque, debí
te el aire que recibían. Pero sus esperanzas se renovaron al ver una formación entre las piedras en la orilla contraria del río
hu
que lo emitía estuviera a sus espaldas. Por un momento se sintió tentada de volver su mirada y comprobar que no fuese así, pero al mismo tiempo, su in
n a
fundo, era un hecho que el peso de sus ropas le hubiera impedido cruzar o tan siquiera intentar nadar. Cuando alcanzó la formación de rocas, descubrió que el espacio era el suficiente como para permitirle esconderse; acurru
Lu
uel espacio; el aire en sus pulmones falló una vez más y el escaso oxígeno que lograba entrar los quemaba. Había estado de cacería con su padre en algunas ocasiones, pero esta era la primera vez que veía
aban de la fiesta; sin dudar ni un momento, se acercó a ellos para pedir ayuda. Si había una oport
i un poco desde que se dejó ver en la otra ribera del río. No sabía cuánto tiempo había pasado
verte, m
lla idea, pero luego, un escalofrío recorrió su columna y disparó las alarmas de su cuerpo. Abriendo sus ojos, notó que aquel lobo ya no estaba en la r
ti, no debes temer
e tornó imposible; sus manos sudorosas se sentían frías, los sonidos en el