La princesa y la espada
e removía en su interior. Aquella muchacha, rota en cuerpo y alma, aún conservaba una vol
puedo ayudarte a conseguirlo. No será fácil ni rápido. Tendrás q
rendió demasiado tarde que nunca había aprendido a defenderse, a luchar por lo que amaba. Se arrepentía profundamente de ello. Ya
ara vengarme -respondió con determinación-, no me
aquella actitud: al borde de la muerte, y aun así af
archemos antes de que amanezca. Como ya sabes, maña
que Katherine no comprendía. De pronto, una luz cegadora iluminó la oscuridad de
la de Katherine. Mientras murmuraba las
ra lo
espués, la pu
edes a
luz apenas le permitía distinguir sus rasgos, pero su piel cla
aniel. Quiso hacer pedazos a la persona que la había dejado así; no había si
ginaba -dijo con dureza-. Quien te
a una verdad demasiado evi
e de las cadenas y
egó con
elante. Ahora no es importante. -Sacó una pequeñ
Sus músculos se relajaron y una sensación de alivio recorrió su cuerpo. Daniel aplicó luego una pomada sob
-preguntó-. ¿Pued
presa, sus piernas no fallaron. Sentía como s
l dolor casi ha desaparecid
y devuelve algo de energía, pero su efecto no dura mucho. P
onto comprobó que podía sostenerse. Daniel se qu
era hace un f
radecida, consciente de que s
rdenó con calma-. Yo me
ine ob
de aquí? -preguntó
Memorizar el camino
legar a la escalera, Daniel sacó un pequeño alambre y lo introdujo en la cerradura. Tras unos mi
ó con un puñetazo en el estómago y un rodillazo en el rostro. El tercero intentó
las capas de los guardia
uedes
pas sobre sus hombro
de que llegu
ia, Daniel se ocupaba de él con una eficacia asombrosa. Katherine observaba e
io hasta una pequeña puerta casi oculta: la entrada de servicio. Un guardia dormía profundamente junto a
ior, Daniel ha
te. Iremos a un lugar seguro
No me duele... aunqu
mpedradas, cubiertas de nieve y desiertas por el frí
on al bosque. Cabalgaron durante un largo rato hasta que, con los primeros rayos d
gar s
vo com