La princesa y la espada
ubló y comenzó a tambalearse. Daniel la sostuvo por el brazo para evitar que cayera al suelo y la a
en brazos y la acostó en la pequeña cama que había en la c
heridas que tenía en la espalda. Al verla en el estado en el que se encontraba, quiso ayudarla. Era realmente fuerte por haber aguantado todo e
guardias lo rodearon por completo. Al verse en aquella situación, se dio por vencido y dejó que lo atraparan, ya que escapar de un
o todo lo que amaba, aunque aún no estaba seguro de cómo lo haría. Cuando regresara a su aldea, la matriarca -quien g
La tapó con varias mantas y encendió la chimenea para mantenerla caliente. La casa era pequeña: sol
oculta en el bosque y debía de haber pertenecido a algún leñador que la abandonó durante el crudo invierno. Había preparado
tado no había empeorado. Ella era pequeña, de cabello castaño oscuro y largo, enredado por el tiempo que había pasado encerrada. Su rostro estaba sucio, as
sopa estuvo lista, la retiró del fuego, comió un poco y luego se
oportable y la despertó. Cuando intentó incorporarse, unas manos grandes y fuertes la ayudaron. A trav
tras bien? -preguntó D
lla-. Me duele la espalda y s
sí; el tónico que le había da
a. Come un poco,
i siquiera recuerdo cuándo
ó, Daniel le dio unos pantalones y una camisa: su ropa estaba de
pudiera lavarse y cambiarse sin que él la viera. Katherine se aseó lo mejor que pudo y se p
ma pomada que la noche anterior. Luego le dio un té de sabor
he estado dorm
o el
iempo esta
oco. Luego marcharemos al sur de Al
al sur d
ue provengo. Debo informar al jefe
ar de curarla, comenzó a afilar varios cuchillos. Katheri
l sol llenaba la cabaña y Katherine pudo ver bien sus facciones: alto, fornido, piel clara, cabel
lla lo observa
as así? ¿Te has
apartó l
oscuro y anoche no había mucha luz. Nunca había
tienen grises. Lo verás cuand
e, pero es m
e te recupere
ca había salido del palacio h
ra "palacio", D
exactamente
dió confi
on Waltbal, princesa d
uedó sor
inaste en e
raición de su tío. Al t
é una histori
na princesa -respondió ella-. P
sde pequeños para ser guerreros. Solo salimos cuand
fasci
uchos lugares. Nadie vo
erine habría preferido
pozo cercano por agua y recogieron leña. Más tarde, Daniel fue a un pu
al ata
scando. Será
egó un
ra ti. Espero q
es, una túnica azul,
aci
an fresco
s temprano -dijo Daniel-.
jor. No soy tan d
nrió. Ten
mir. Mañana ser