Mi pequeño y gran secreto
a Imelda, la mujer que solía conseguirle mujeres para su jefe, pero no había podido localizarla. Ya
rores. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a explicarle que no había conseguido una sustituta? Se sentía atrapada y sin salida. F
se esperaba que fuera como aquel. El lugar era extraño, con luces rojas que apenas le permitían distinguir los rostros de las personas. Sofía se detuvo y miró al tax
ijo en lo que descendía . No sabía en qué tipo de lugar era aquel y qué iba a pasar a continua
mando la tarjeta que ella tenía, y enseguida llam
a y se preguntó, ¿qué tipo de lugar era ese que frecuentaba su jefe? No parecía ser de la alta sociedad como el hotel
s escogen más
rtas de un papel tapiz desgastado y manchado, y el techo estaba lleno de telarañas. En un rincón de la habitación había un perchero lleno de disfraces y más
do de la mesa había una puerta cerrada con llave. La mujer le indicó a Sofí
lo vine a ve
no puedes pasearte por aquí, ¡pareces una monja! Luego te llevaré -dijo con
en algo ilegal. Con tanto dinero que poseía, ¿qué hacía en un lugar de mala muerte como aquel? Se preguntaba en lo que trataba de bus
esara para llevarla a ver a su jefe. Se sentía vulnerable y asustada, sin saber qué iba a pasar. Le explicaré todo a mi jefe y me iré ens
r su forma de vestir y sus enormes espejuelos. Notó que tenía un cuerpo muy bien formado y un
incómoda por la atención que estaba recibiendo y se preguntó qué es
te de tener un cuerpo tan hermoso, y deberías usa
alabras y trató de alejarse, pero la mujer la agarró
ablar con mi jefe-susurró. -N
. No te muevas, no trates de escapar, si te
y asustada, por un momento pensó que mejor se iba, pero después que ya era tarde para arrepe
fanato y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para mantener su empleo. Pensó llamarlo por teléfono y hasta se dirigió a su bolso con esa intención. Pero en e
iente que juegues, no dejes que te quite
..., es mi je
o-. Nosotros no sabemos de quién se trata. Si es tu jefe sabrás como complacerlo. Al terminar, regresa a la habitac
inaba con dificultad por los altos tacones. Escuchaba aterrorizada los diferentes sonidos al pasar por delante de las puertas,
futuro garantizado -le dijo la mujer empujando a Sof
eseos mientras se sobaba su miembro. Se sintió incómoda y asustada, pero recordó las palabras de la mujer y trató de comportarse de la mane
señor que haya v
que sí, pero por la manera que se comportaba no estaba segura. A pesar que la máscara que llevaba puesta le daba cierta seguridad, pues su jefe no vería lo avergonza
ñor
sss
r, solo vine
us
. Intentó resistirse, pero se sintió completamente indefensa ante él. El hombre comenzó a jugar con su cabello largo, mientras Sofía trataba de liberarse sin éxito. Negaba con la ca
idea de ser tratada así por mucho más tiempo. Y ni siquiera sabía si ese hombre detrás de aquella máscara era su jefe. Las lágrimas brot
a vez y no podía creer que estuviera sucediendo en un lugar tan tenebroso y lúgubre. A pesar de que ella inte
interior. Aterrorizada, trató de cerrar sus piernas, y su llanto se incrementó. Él se detuvo y curioso bajó una mano introduciendo de a poco u
lo, comenzó a disfrutar de todas las nuevas sensaciones que el desconocido la estaba haciendo experiment
lengua en su centro. Pero fue todo lo contrario, parecía poseído por ser el primero en poseerla, se introdujo en ella despacio,
odría volver a ser ella de nuevo. La incredulidad de que algo así pudiera sucederle a ella la invadió, y se preguntó cómo había llegado a ese punto en su vi
despedirían cuando regresara el lunes al trabajo, ¿qué iba a ser de su vida? Se preguntaba, no sabía cómo iba a sobrevivir sin su trabajo, sin un hogar y sin nadie en quien confiar. Se sentía
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