La Pelirroja de los Perros
ir ganas de no quitarse las cobijas de encima. Sin embargo, la obligación era ineludible y aunque su trabajo no era el más querido o apreciado, menos aún respetado, alguien debía hacerlo. Generalm
físico era el producto de su bien definida rutina de ejercicios diarios. Independientemente de lo que tuviera que hacer, su paso por el gimnasio cada día era inamovible. Su alta estatura lo había obliga
tiempos terribles, fue su férrea voluntad y su físico saludable y fuerte. Otros chicos de su barrio se perdieron en el mar de vicios que abundaba en el lugar
aber sido desgracias en su vida, pero el
nía mucho tiempo para estar con ellos porque a falta de ingresos de parte de su padre, ella debía proveer para los chicos y todo lo que se requería. Había muchas necesidades en esa casa, pero su madre luchaba a diario, traba
una cuba, cuando llegaba de sus parrandas golpeaba a su mujer por cualquier motivo que le viniera a la cabeza. Era algo tan rutinario como para que los niños llegaran a pensar que formaba
se repetían y hacían un infi
cuando se permitía mostrar algún pensamiento, porque casi siempre su rostro inmutable, era como de granito ante los demás. Había construido su vida sobre los escombros de su niñez y le puso bases fuertes co
n trabajo impecable, pero ninguno podía decir que sentía afecto por él. Nadie había logrado conversar con él lo suficiente para saber si
. Tomó las llaves del bowl donde permanecían invariablemente cerca de su maletín, cuidadosamente colocado a un lado de la puerta, sobre la mesita que para ese fin había puesto allí. En su v
apariencia. Cualquiera podría pensar al verlo que lo hacía por vanidad, pero en realidad, era por ese afán de que todo estuvier
levemente torcida a causa de los golpes recibidos en las peleas de su juventud, la pequeña cicatriz en su ceja derecha, su barbilla fuerte y cuadrada, los labios de
bía faltado a su trabajo, entraba y salía a las horas exactas.
ó del estacionamiento.
arrastró los pies hasta el baño par
lo indomable en una cola, la cual terminó convirtiendo en una trenza, en un intento de aplacar la rebeldía de su fino cabello rojo. Apenas pasó una brocha con polvos faciales por su rostro y aplicó un poco de brillo en los labios, naturalmente rosados. Miró el óvalo de
facciones, se veía como una discutible protuberancia bajos sus ojos. Ella no se consideraba atractiva en ninguna forma, pero su rostro siempre levantado y listo para dar pelea si la buscaban, le daba una apariencia hermo
no le dió mayor importancia a que el sweater y la fal
do alguien hacía un comentario sobre su indumentaria. Para ella la
nunca salió de su habitación sin la ropa, el maquillaje y el peinado perfectos. A veces Alex tenía la impresión de que su ma
adas cosas importantes como para p
tura o antigüedad de la casa para comprar comida para sus perros o pagar facturas del veterinario. Y cuando alguien
s, llegó Ariana, su amiga y compañera de trabajo, quien cada mañana la recogía en su auto para i
! -gritó desd
ndió desde
a tomar ca
tas para los chicos y llenaban los recipientes del agua. Si alguno requería
largo gotero, Alex le suministraba el analgésico recetado. Ariana entró a la cocina y se sirvió café en una taza y luego tomó la lista
r esto a tiempo si no tuviera tu ayuda. C
" a Adrián y cuando le coqueteo, olvida la hora. Es tan lindo...- la joven so
ca. Los ladridos y gruñidos eran ensordecedores. El gato alcanzó
ventanas. Y pronto el escándalo era peor con los perros y las personas gritando improperios. Finalmente, el gato dió un salto desde la ra
ni el ruido ni los olores que producían. Era cuestión de tiempo. Alex se disculpaba con todos y trataba de agradarlos horneándoles galletitas en Navidad y haciéndoles favores, como cuidar de sus mascotas cuando salían de viaje. Pero sabía q
das entre sí? Era la pregunta que se hacía Alex cada vez q se encontraba en esa situación, pero era una
con sus juegos normales, sin saber que es
n al auto y se dir
ía de estos te van a denunciar, no sé cómo no lo han hech
ro no sé qué hacer, le he
dos de cada trein
No es justo que me
te juro que entiendo que los quieras, yo también amo esa manada de
piensan que ya
, llegare