La Dama de la MUERTE
k 5 años
a ya que empresas son lo que sobran en la cuidad, esperaba poder conseguir un buen puesto, con u
su cabello dorado, tenía unos rasgos finos que lo hacían ver tan atractivo, era alto con un cuerpo delgado pero tonificado, sentía que me
te va a caer la baba
rist
y golpeando mi barbilla ligeramente, no tenía la boca abierta, ella soltaba gr
tarde me invitó a comer ahora con ustedes, no te había
s dado unos cuantos pasos cuando una voz m
un minuto será rápido. – Era Jai
érame aquí Val
onreían el uno al otro como si una gran felicidad los albergara al estar juntos, después el saco una pequeña f
orar, aunque no tenía por qué hacerlo, Jair no era nada mío, de hecho, ni siquiera se percataba de mi e
ado ya que no quería que Cristina me viera que los estaba observ
to vá
radiante y perfecta, que se fue borrando poco a poco al notar la dirección de mi mirada, ella se quitó la flor del cabello y la apretó e
de Jair entre nosotros no hay ni abra nada para mi es un tonto, quita esas i
nes para sentirme así, Cristina era mi mejor amiga, ella sabía que Jair me gustaba ella no h
o la mesa, en cuanto Cristina llegó una gran
ti bie
o abrazo, Cristina corrió hacía mi madre como una pequeña em
ermina de p
sala mientras conversaban muy animadas, no tenía por qué sentirme mal por ello
los platos sobre la mesa noté que mi padre tenía alrededor de 9 piezas, mi madre 6, Cristina 4 ya que le dijo a mi madre que estaba a dieta y yo 1... la pieza de pe
ado una limonada, les sirvió a todos y cuand
mientras se sentaba, estaba a punto d
además no deberías de tomar tanta azúcar, te pondrás má
pad
a con Cristina, ellos reían de una manera que jamás lo había hecho conmigo, ya que yo no estaba h
rdes, eso me parece muy bien, que aprendas un
e es mi trabajo de medio tiempo, así consigo
re, luego a Cristina que se estaba ahogando una risita, pero al verme se quedó sería, el chillido de mi madre me hizo poner mí atención nuevamente en ella. - ¡Dios mío V
i m
ontaña de cosas por lavar; después de unos minutos mi pad
ara la vista, estaban ella y mi madre sentadas en la mesa
tan bonitos, eres toda una muñequita, es una lástima que no
eza es una virtud que no todas alcanzaron, per
claro tie
n momento así con mi madre, unas palabras bellas de ella para mí, pero eso siempre fue mucho pedir, parecían
casa quedó en un silencio total, mis padres se habían ido a dormir, me hubiera gusta