PEONÍA. rebeldía, nobleza, belleza, y amor.
e la reunión entre su padre, los marqueses, y Alexandre terminara. Era día s
ompañarlas, esa era la razón por la que esperaba impaciente a que la reunión terminara. Esperab
omará este pasillo?.– Pregun
sé,– di
cho, y aún no lo v
la reunión,–dijo Alice con l
ya termino, y Lord Fontain
buscándome por todas partes, recuerda que
stá haciendo en estos
por aquí antes de ir a buscarm
uriosa.–¿acosas a Lord Fontain
evera, que María supo que no ten
dijo Alice con u
Susurró María, antes
íseos.– dijo Alice, convencida de que esa era la raz
ontraban, sin embargo, Alice noto que él no tenía ni la más mínima inten
encuentro.– Dijo Alice, llama
a. Desde que salió del despacho del rey, había permanecido absorto en sus pensamientos, tanto, que
la hubiera visto?. ella y María eran las únicas p
jo ella, esforzándose
. dígame, Alteza, ¿para que me bu
a, señalando a María. Hasta ese momento Alexandre no l
que momento llegó.–Alteza,– saludó el hombre,–Lord,– dijo vo
Creo que se ha equivocado, l
lteza,
umpió Alexandre,–
te.–Alteza, le pido me disculpe, pero debo seguir mi
o Alice, siguiéndolo a pasos rápidos
prisa.– dijo él
se detenga
mento la velocidad.– ¿a dónde v
os,– res
?,– pregunt
– di
ctamente?,– i
– volvió a
ice, corriendo detrás de
edo decir.–
eguntó ella con
no.– con
él, obstaculizando de nuevo su camino, así que Alexandre no tuvo mas opción qu
uniforme?.– preguntó ella,
e disculpa, Alteza, tengo que seguir mi camin
hombre como usted usaría, ningún caballero de alta sociedad usa
pa, y pantalones sueltos flojos, color marrón.– Con todo respeto, miLord, pero así,–d
ecir una sola palabra aumentó la velocidad a sus
a que no sea cierto,– continuó,– si en este momento alguien más lo viera estoy segura de que no lo reconocería, ja
palacio a pasos agigantados. Alice era más pequeña
– Ese es su caballo.– dijo señalan
aci
bre se
ajustada, procedió a ajustar los estribos, y Lugo monto
do, intentaba recuperar el aliento.–Sabía que es de muy...–
. Pero como ya le dije a
de seguir hablando.–Dígame, ¿regresará antes del atardecer?, r
á posible acompañarla el día de hoy. Supongo que e
ntó ella, ignorando la idea de que podrí
l, agarrando
¿regresar
N
¿regresará
stó él algo
ía atrás, el caballo
gresa?.– in
un hilo de paciencia, intentando co
ue mi padre se ha enterado de la verdad, y se molesto
ijo él,– ni siquiera lo sosp
ella aliviada,–Entonce
ir, es un asunto co
irse.– pro
eguntó él, leva
guardia personal.– dij
hazó que sea su guardia personal, debería estar contenta.– decidió decir, quería
gnificar que él había comenzado a agradarle, y eso ella nunca lo aceptaría, o al menos hasta que su orgullo no se lo permitiera.–Claro que lo estoy,– decidió decir con tono hiriente,–no sabe cu
undos sin decir una sola palabra, cerró los ojos, e inhaló. La miró una
era imposible alcanzarlo, él cabalgaba a gran velocidad.–Lo... siento.– Susurró muy bajo, tan bajo que ni María puedo escuchar, y eso que se enco
reguntó con voz suave. Alice parecía no escuch
aún cuando
orque no te
uficiente para que María no hiciera más preguntas. Pero su amiga, la conocía
ó. Continuó caminando por el largo pasillo, espera
álida.– dijo María,
de mal humor. Jamás se había odiado tanto, nunca
es por Lord Fon
es de marcharse. Y, ni siquiera fueron las palabras, si no el tono hiriente con el que se las dijo, pensó
ntras continuaba su camino,–
qué estás tan molesta?.–
abitación,– No quiero que nadie me moleste.– abrió la puerta, y
ado de la puerta.–Alice, abre la puerta, habla conmigo.–María soltó un suspiro. Apoyo la
or de lo que había imaginado si había cerrado la puerta en
culpa de
llorar, y también a gritar, era culpa de ella, solo de ella. No sabía que era lo que la ponía de tan de mal genio, ni siquiera sabía con
que, pensándolo bien, no sabía si le había agradado desde un inicio. Tal vez el problema nunca fue él, o quizá si un poco, por ser tan insoportablem
ue no podía describir, ni entender. Quizá el problema era ella, si, estaba c
en el cristal, con la mirada fija en el horizonte,
sintiéndose frustrada, tan malhumorada que bien podría gritar a cualquiera que se le cruzara en su camino, como ya lo había hecho con María.
er las primeras
a, ¿rabia?, ¿tristeza?, ¿culpa?, ¿frustración?, o , quizás una mezcla de todo. Lo único que tenía claro era que, sea
iguiente, Ali
viera que hacer ningún esfuerzo. Había pasado la noche con sueño inquie
un banco bajo un árbol y se sentó allí a observar un absoluto nada. Aquella mañana era hermosa, pero ella seguía pensativa e inquieta, hasta ese momento nadie le había comunicad
as lágrimas. ¡No quería llorar!, ¡no tenía razón para hacerlo!, entonces, ¿por qué sentía una fuerte presión en la garganta, que no
reguntó una voz dulce a su e
ía vergüenza por como la h
ce,–No te quise hablar d
tienes que
ndo salir las lágrimas que con tant
ad que no fue para tanto, no fue nad
uena amiga,
umpió María. Lo que María desconocía era que
odas las lágrimas que había guardado desde la tarde del día anterior. Según ella, llorar por su amiga Maria era mucho más aceptable que, llorar por el ya
e, mirando a la nada, pero pensa
un inicio había sentido ganas de matarlo; ¿Por qué ahora parecía necesitar de su presencia?, ¿cuando se vo
aceptarlo, pero si, no habían pasado n
si te hace sentir mejor, te perdono
timado, él no había dicho nada, ni siquiera había hecho un gesto, pero sus ojos, sus preciosos ojos, habían reflejado el efecto que las palabras de ella le habían causado. Había sido cruel, sabía que era la única culpable, una parte de ella quería convencerla de que no lo era, de q
curre?.– preguntó
,– dijo ent
yer estas muy rara.– María tomo aire antes de
ntentando contener las palabras; pero, ¿qué senti
– tart
ñas?.– pre
tó Alice,– e
insisti
oy una mala p
dijo María inten
pió las lagrimas que ya habían empapado por completo sus mejillas con
rd Fontaine tampoco te odia; Él es un caballero muy inteligent
palabras le hirieron. Soy una cobarde, ni siquiera le dij
cirle?.– Pregunto M
der, pero de detuvo rápidamente
e, restándole importancia. Limpió el rastro
eno
– quiero que me ayudes en alg
que alguna idea descabellada y loca s
sonrisa algo maquiavéli
ga exactamente?.– pr
despreocupada,– Solo quiero que averigües a dónde
exclamó Maria,
igas tonterías.– ne
eres saber a dónde fue?
idad.– cont
, vamos dilo,
Alice,– mejor déjate de tonter
a que lo admitas
na,– Pero...– la señalo con el índice,– solo para m
ro,– di
me haría falta?.– preg
ría no pudo contene
ícula risita.–di
e risas,– Esta bien,– cerró sus
unos segundo
ne se haya marchado. Siendo sincera, me divertía mucho ser
s.– musitó en un tono tristón Alic
de que él tamb
– Comentó Alice, recordando el momen
creo que eres la única persona que ha logrado d
ió con sat
cuánto antes a dónd
algunas averiguaciones.–
de las dos.–comentó Alice, mirand
tengo algún interés en
sé, ¿di
erlo por ti, porque aun cuando ayer lo negaste, estaba segura
hablar, con los ojos fijos en el j
raste averiguar?
.– respon
to.– musi
pregunt
Alexandre se marchó
nsativa,–¡Oh!, espera...
ella?.– preguntó
dónde fue su hijo.–
amente.– d
uy triste, ni siquiera a salido de
Alice.–Tan grave es la situaci
arquesa se encontrara tan triste, a
lo
jo Alice pensati
se encuentre trist
una buena mujer, por su puesto que
o bueno?.– preguntó
az dado.– dijo Al
e id
Continuó,– Entonces, le haría bien hablar, desahogarse, comentar con alguien el motivo de su tristeza.– María e
María,– con suerte te dirá la razón p
ice, sintiéndose or
ejor, eso no sería ap
ayudaremos, hablar con alguien le hará bien, y a
de tu punto de vista
eres muy buena amiga, María.– Alice estaba feliz,
ieron con
o la nariz– He de confesar que
reguntó Alice, fingiendo no sa
uró a decir María,– Es muy eviden
o me agrada.– negó Alice, mientr
Soy famosa por ser muy perspicaz, además te conozco muy bien, puedo notar cómo t
ue hablas.– Alice mantuvo
s, tenía el don de ver los secre
e lo niegues, es muy
lestar a Fontaine se ha convertido en mi mejor pasatiempo, es solo eso. Te aseguro que no me agrada, no lo soporto, se cree qu
o atentamente mientras du
haz visto lo a
boca antes de terminar la palabra, apuesto. María no pudo
ía someterse a más exploración en ese tema; pero an
gus
o?, ya te d
preguntar María, aun cuando
errogatorio.– dijo Molesta.–Además es muy mayor, y... y... sabes, me da n
enos pelear, pensar en que su amistad podía r
der disimular la conmoción
voy a estar en
aro que
toy.– sus
<
a cabeza,–No sé lo que esto
io mientras digería
scuché a Lord Fontaine decir a tu ma
eso?.– interrogó Al
gradas. No pienses que te odia
que me digas nada que él haya dicho sobre mi, si lo quis
ecir cosas como eso!–Supongo que...– dijo Alice, a
sistió María, co
nsar que
ás siendo mi amiga.–
na tonta, tu eres mi mejor amiga, sin ti sería condenadam
ca te había o
ice, sonriendo azorada,– Además, no se me ocurrió ningún otro
una inespe
tu amiga, y estoy aquí contigo
dentro de su Corazón sería el fin del mundo, o bueno, no literalmente, pero si sería el fin de su orgullo. Decir lo que para
digas los que te tur
clamó un
ue lo hubie
ti la tenacidad
aña.– dijo Alic
faltaba poco para florecer.– ni siquiera yo sé lo que me ocurre, no puedo d
, yo te puedo ayuda
no pude resistirme, y caminé hacia él. Luego en el jardín, quise hablar con él, pero..
verdad?.– interrogó María,
aría asintió,– ¡que bien!, así me lo puedes explicar, porque no lo comprendo.– añadió,– Bien, solo una vez lo vi sonreír, es decir, una sonrisa real, sincera, y se veía tan... < lgo está pasando. Espero no lo contrario... decisión de compartir conmigo pensar que me dirías que yo desde lue rdar eso solo para mi, o que quieres que di e tomo unos segundos para pensar,–Y al final, supongo que me gustaría saber ¿por omplicado d ste que me entiendo pe pongo que... si Lord Fontaine hace que sientas todas esas cosas tan inexplicables, o?.– preguntó Al no tengo experi ie.– Cuánto más rápido lo haga, más rápido sabrem que te a or que haga e había podido imaginar. Sabía cómo se sentía estar con él, era molesto, estirado, adaba, de no ser así su corazón no enviara una señal tan fuerte. Recordó que su corazón haci