La Desheredada de la Familia
sentante del banco, muy seguro de que podría tratarse de un cliente potencial, c
je de diseñador, se bajó de auto y mostrando una expresión lle
co a Isabella Sinclair. - A
ara darle un apretón al extraño, most
yo sé, solo eran la madre y la hija... Y luego de la muerte de la madre, la
ra vendrían a extenderle una ayuda?», terminó suponiendo, por lo que de inmediato cambió su expresión por una
soy Robert Lowell, r
re y de inmediato, Lowell cambió su
que informarle, que la joven Isabella Sinclair,
Patricia de Sinclair y viajé lo más rápido que me fue posi
considerando la cantidad de deudas que dejó a su hija, por eso, el banco no tuvo más opción que retener la casa como par
n paso hacia adelante. - ¡¿Isabella
paso atrás, algo temeroso
hora, vino para recoger el correo, pero de allí, no sé más. - Lowell hiz
tarde? Él le había hecho una promesa a Isabella hace varios años
urdimiento, confundido, Diego mira a su alrededor y v
sabella... - La señora llamó su atención
. ¿Sabe dónde está?
consejo... Te recomiendo que no la busques más..
¿Q
o, me dio mucha lástima, pues pensé que era una buena chica que siempre cuidó d
iego la miró
ida estaba intentando seducir a mi esposo... Esa muchacha resultó ser una mosquita muerta, por eso la corrí... Y creo que se
reer lo que escuchaba, al tiempo que la mujer asen
ó, como un hombre de mediana edad, barrigón y algo calvo, s
ñora, que vigilé mu
mujer lo mi
e con un pervertido y un posible vio
?! - Comenzó a gritar la mujer, indignada, al tiempo que
del banco, Robert Lowell, quien seguía apo
mismo, yo compraré la propied
Ortiz! - Balbuceó sorp
udaba ni por un segundo que ese joven tuviera la capacidad financiera para c
Lowell y justo cuando pasaba la puert
testó, regresa
ersonal? - Preguntó una voz masc
dónde pueda estar... Tengo que encontrarla. - Gruñó Diego, apr
ue te encargues de todo, tu vue
puede estar en peligro, está sola y la dejaron en la ca
e viaje solo porque eres uno de mis mejores gerentes, pero te quiero de vuelta ya mismo, hoy salgo de viaje y necesito que te encargue
ofundo. - Eso haré, no te pr
n. -
ndo, estático, escuchando sol
a su espalda, era el representante del banco, quien tra
ionó con un sobresalto, ingresa
Sinclair y no era que él quisiera esa casa, solo la compraba porque pensó que
se había enterado de todo muy tarde, Diego no dejaba de pensar,
, con la carta y el pase del crucero en la otra, mientras ese par de homb
ras tú o eras yo. - Soltó Jad
os últimos días, la había traicionado, sin embargo, pudo notar como la ch
y se fue, dejando a Isabella
to, uno de los sujetos entró en la pequeña habitación, r
pones de tu parte, no te doler
eleen, así me excitan más. -
as manos, esa maleta y el sobre no le serviría de nada para defenderse, su
hocar contra la pared de fondo, su rostro se acercó al de ella, con la
aún más su cara a la de ella, lo que provocó más
ando del susto, instintivamente, Isabella soltó una patada con todas sus fuerzas j
, cuando notó que el otro hombre caminó a pas
a cuando el sujeto se abalanzó sobre ella, Isabella encontró lo que buscaba, un pequeño paralizante el
Isabella los miró por un instante, todavía sin creer lo que ac
del pánico, tomó rápidamente la pequeña maleta
el miedo, que su cuerpo, sus piernas, solo le pedían correr y alejarse d
lágrimas, sin mirar para los lados, empujando a la gente en la calle, cuan
e se le venía encima y parecía querer frenar, no hubo tiempo ni de s