RELATOS DE MEDIANOCHE
lo ve pasar dando tropiezos, aguarda unos instantes a que se aleje. Mira por última vez su obra, y sonríe enigmátic
noche y muchos otros desempleados de plantaciones, este tampoco tiene un techo donde cobijarse, y busca dormir entre los fardos de desechos, alejado de inoportunos transeúntes o centinelas de guardia-. Se acerca a él, con pasos lentos y decididos. El otro lo mir
patrona McCarthy? Mi, bo... Boca sería sellada, con un par de monedas y olvidar
e los muros. Lo ve acercársele siniestramente, pero las f
ue no puede ser transportada por las vigiladas aguas de la bahía hacia otros territorios). Han pasado tres horas desde la medianoche. Se acerca ya al año en que cesaron las protestas, asambleas y motines que colmaban al cercano puerto, producto de la implantada "Ley de Comercio" dictada
s colonos, quienes suelen frecuentarlas cada noche, las abandonan cantando a todo pulmón. "Los representantes de la ley, imponen respeto en la madrugada". Muchos de los uniformados llevan casacas rojas y muy
dario. Varias carretas con jaulas y una decena de militares, sofocaron con mano dura a los implicados. La mayoría, embriagados hasta el cogote. -Dormirán en los calabozos- y serán soltados tras recibir multas de hasta diez cheli
jarra de vino, un café bien cargado, comeré un trozo de mendrugo con potaje calient
r la cabaña y después de atender a los animales y las aves, tratar
a están extinguiendo las luces de los faroles, y rellenándolos con más aceite. Un par de
ren hacia el establecimiento de l
Justo termina
, se mece la propietaria del lugar, sus extremidades están atadas al mueble, viste atuendos blancos, pero del cuello para abajo se han teñido de un oscuro color rojizo. Sus ojos, sin vida, parecen mirar a los presentes, bajo ella un gra
bierto lo sucedido? -pregunta
a y sus precios eran más aceptables que los de otros vendedores. Mi señora
Carthy, ya no venderá más. Ha partido a reunirse con sus antepasados.
do en busca de un superior y otros militares. Cuando
, viste atuendos civiles, -pero no lo es- bajo el tricornio muestra un rostro endurecido por los años, con pómulos prominentes y tez curtida, de cabellera nevada y larga, y barba rasa. No usa
en los últimos tiempos-. Tras mirar el cadáver detenidamente, se le acerca inclinándose a sus espaldas y con una mano le levanta el cabello. Después vuelve a detenerse frente a ella y roza el ma
rlo a la clínica del Dr. Morgan. ¡Y desalojad a estos fisgones! Des
ban que todo se debía a una venganza desde el más allá. Que el fantasma del fallecido Sr. McCarthy. -Antiguo fundador, dueño y hermano de la ahora difunta-, se había vengado de ella, por arrebatarle lo
er lo que ha sucedido, entre ellos una pareja de escritores y dibujantes perteneci
ntroducirlo en una enorme tina llena de agua. Mcleod, otea
rpetrado por asesino, al que la población ha lla
o? - le pregunta uno de los unif
cortes limpios. El cuerpo de la difunta, también esconde algo en su interior... Dr. Morgan. Derrame en el agua, una buena