Ceos corruptos
gación del castigo que estaba sufriendo. Si compruebas la rigidez del brazo izquierdo y observas la contracción en su rostro
era una respuesta de sus nervios al dolor recibido
a conclusión que todo sucedió aquí en la sala. Levantaron decenas de huellas diferentes y
ñar un elefante con gotero, mi hermano. Nunca no
l objeto utilizado para golpearlo fue esa botella que ves
sde que la vi -
as y no encontró huella alguna en ellas, por lo que cree que e
rro -pidió co
aste... no tenemos la más mínima pista para trabajar -gruñó molesto-. El mayor quiere que resuelvas este caso urg
al tanto... y aquí muchos peritos y mucho revisar de mierda, y
indiquen la presencia de una mujer en la vivienda, te diré que según declaraciones de los vecinos ese hombre enviudó hace cu
ncia de una mujer viviendo aquí. Despreocúpate, cuando vea las fotos de Jorge Luis, ratificarán o
? -inquirió
bía estar carcomiéndole el cerebro a los vecinos que se mantenían co
áver y sí, los moradores del edificio ya puedan regresar a sus labores si lo desean. R
ar para fumar escondido de mí? -p
árselo sí -contestó Marc
Tú conoces a éste diablo, cuando encuentra algo que no le
emos que juntar, ordenar las piezas y coserlas debidamente como hacía ese desdichado sastre. Vamos, Ele
-preguntó ella afe
es? -indag
tras mirar el tosco, aunque punt
gún plan para hoy? - curioseó pasándose la
ara la unidad? - consultó ell
pares hasta Peñas Alt
aba la exclamación de algún transeúnte a otros choferes como los que brotaron de un grupo de adolescentes que pateaban unos balones
afloja, tú no
puta! ¡M
la senda contraria para sacudirse el agua sucia con la qu
do, tú no c
ercambiaban sutilmente según el momento: en unos mostrando ser afables, preocupados y serviciales; en otros desbordando rencores, mezquindad o avaricia. En todos los casos cargaban en silencio sus resentimientos, aflicciones, desavenencias y frustraciones e intentaban
uvo en el parqueo y antes de
de que Alejand
nta preguntadera y qué hacemos aquí? -replicó harta
ro ni muerto y mucho menos a consolidar con Escalona, qu
lo debía ser un infierno abrumador y le contestó m
rmano desde que se fue para afuera, ni se preocupa de ella y es él el único que va y le tira un cabo, y siempre que va se demo
e, que hoy al
aún faltaban días. Ladeó la cabeza en señal de aceptaci
n, papito, y yo no tengo nada más que diez pesos en
a, yo me encargo
a por una juventud ávida de sano esparcimiento. Los dos se detuvieron un instante a ver cómo intentaban ajustar cada paso con el acorde musical. Marcial no recordaba ahora el nombre de aquel joven de la secundaria que recorría todas las escuelas de Ma
ina que proviene desde la mar. Se llevó dos dedos a la boca y silbó enérgicamente, sobrepasando el sonido que brotaba de los gigantescos altavoces. Tal vez ambicionaba ser escuchado en las profundid
as sorda -protestó, restregándose los oídos.
ó en el muro de la plazoleta,
do lo que te expuso la test
cartera buscando el
el último cuarto que da a la calle para verificar si venían de allí. Tampoco vio a nadie, mas sí notó un carro rojo parqueado justo en la puerta del edificio. Estaba tan cansada y tenía que abrir la bodega al día siguiente, que volvió a acostarse sin darle más importancia. Cuando se levantó se acordó de las voces y corrió a la misma ventana para ver si el carro contin
sperando estar equivocado-. ¿O al mismo Fabián? Tal vez llegó con las