Omega ¿Recesiva?
s bebidas a
dominantes y adinerados, se encontraban conversando de manera demasiado elegante para Lydia ¿Como
ar esta oportunidad. Rodeada de hermosas omegas adineradas, necesitaba encontrar a alguien que quis
llego a su lado— Pareces un acosad
—hablaba embobada— Pell
inegro levanto los hombro
erda,
de manera asesina, mientras sobaba
ue te pellizcara —
a negó— ¿Ahora qué pensaran de mi todos e
y regresa al trabajo —pidió mient
te, cuando tuvo suficiente satisfacción visual, Lydia se encargo de recoger las mesas que se hallaban llenas de vasos vacíos,
hablo a su espalda— Te estoy
ece
lla? Se giro para verificar si estaba en lo correcto y grande fue su sorpresa cuand
una ceja— Tenga cuidado como se dirige a los
de hablar? —pregunt
un alfa dominante y Lydia pensaba, que de un solo g
trabajando —dio una leve reverenci
te mueves —el tipo ag
e— ¿Todos los alfas dominantes son así de asqu
ldita
era voz preguntó— ¿De nuevo oc
manera nerviosa— Solo le enseñaba a e
ega! —grito Lydia
tú grita que lo eres —el extraño observo a Lydia de abajo hacia a
os dicen que so
lo había ayudado y cuando sus ojos se encontraron, su rostro enrojeció ¿Qué mierda le sucedía? Su cuerpo empezó a temblar, no
e hacía gracia su aspecto? Lydi
alfa de quinta sonrió, mientr
fa sentenció—
entía mareada y el olor que desprendía el sujeto ¿De la Torre? Era demasiado exquisito para su
as de Lydia se se
celo? —preguntó—
—se quejo— Además, es
verdad era un omega? Necesitaba buscar a Julián y pedirle que la llevará al hospital, empezó a caminar hacia la salida del baño, s
rió de manera coqueta, su cuerpo actuaba por si
? —preguntó d
iado bien... —hab
ue no eres u
oy! —grito
cintura y fueron subiendo por su espalda, entonces sintió un exquisito cosquilleo por todo su
n mojada? —preguntó mientras deslizaba s
é dices
urro— Estás lista para q
más avergonzada por la situación en la que se encontraba. Se tapo e
, no sabía que se encontraba aquí
—suspiró— Te llevaré
a —respondió aún co
ne una casa? —pr
o, no puedo ir a pedirle las llaves del apartament
amente los ojos almendrados de Lydia—
uar con lo que hacíamos
ué te r
on e
guiándolo nuevamente a su entrepierna. Su cuerpo tembló ante el t
las orejas del pel
.. —pidió entre
ñas manos se sujetaron del cuello del pelinegro y las cosquillas empezaron a subir de sus pies hacia su pelvis, se sentía demasiado bien, le gustaba y entonces sin