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Omega ¿Recesiva?

Capítulo 4 4

Palabras:1339    |    Actualizado en: 30/05/2024

a —el castaño men

eyes. 23

r que lo odiaba, eran demasiado opuestos y en cada oportunidad qu

ca en paz —el pe

dominante y tremendamente sexy. No negaba que hab

al pelinegro— No pensarás dej

quede —asintió— ¿

ara una noche, pude haberte ayudado. Aunque me sorprende que te ha

mente no las deseo sexu

labios— Disculpen, sig

cia —el beta

en dirección al castaño— Anda, ve

con molestia camin

hacer eso? —Anthony

lla quien emp

fa se giro, le saco la lengua a Adrian y le sonrió con satisfacción. Esperaba n

rprendió. Quizá era alguien que prefería mantenerse alejado de su familia o simplemente no tenía padres.

ropa —supuso el pelinegro— Quizá po

n eso? —preguntó con

nformo con que me permitas vivir aquí. No necesito que gastes dinero en mi, tengo a

e iras a casa de

ro los ojos— Tengo demasiadas

costaron a mis espaldas y ahora que te conozco, ni

as palmeras y ¿Sabes qué? —p

¿

o me provoques —lo apunto— No bu

ré. Aquí —ha

..

acio. No conseguía dormir y eso que se sentía agotada, se giraba de un lado a otro, tratando de encontrar una manera de conciliar el sueño más rá

cuerpo empezó a calentarse poco a poco, su mente nublada, como pudo se puso de pie y fue cuestión de segundos para encontrarse fuera de la habitación. Adrian yacía dormido en el s

Lyd

—hablo casi

? —preguntó sin le

ia se encontraba totalmente ruboriza

na mala ide

o, sentándose a horcajadas— Hoy también estoy muy mojada

thony, admirando por un momento su tamaño y a pesar de estar dormido, tenía un tamaño considerable ¿Como lucirá estando e

entre en mi bo

rlo todo, por lo que tuvo que utilizar sus dos manos. Se sentía excitado, sus entrepiern

arrepent

o, dudo que lo

en a

jados en su pecho, sentía su cuerpo estremecerse con cada roce, cada tacto. Nunca había experimentado algo p

no le desagradaba la idea de pertenecer a algui

sobre, se aparto por unos minutos y s

¿cierto? —preguntó en

untó sonrojada—

s bromean

hacia el alfa, queriendo sentir sus piele

amoslo

r y no supo cuando, el dolor se transformo en placer. Las leves mordidas en su cuello, las caricias en su entrepierna

eña mano de Lydia, sujeto

ieron. La menor que había cerrado los ojos por el placer intenso que estaba sintiendo, los abrió, para

volviendo a acercarse a la rubia— No

ría, estaba lista para entregarse a Anthony. Apretó los ojos y empezó a sentir en su interior cierta intromisión ¿Por qué se sentía tan m

la fija mirada del mayor en ella, sus labios ardían, atrajo el cuerpo del pelinegro hacia ella y juntó sus labios en un simple

-espera —

s la boca

Lydia sentía como la llenaba, sentía el grueso miembro raspar en su inter

había li

nas em

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