Deseos cumplidos
edor. Cassandra rodó por las escaleras hasta llegar al final de ellas. Era tan escalofriante
os había dejado compl
a se pegó un fuerte golpe al aterrizar, y solo cuando dejó de rodar y permaneció inmóvil en el suelo, se dio cuenta del tremendo dolor que tenía en todo el cuerpo. Su rostro se contrajo en una mueca que reflejaba todo el dolor que se había instalado en sus mús
n voz baja. Le dolía todo el cuerpo. Maldijo para sus adentros por lo humillante de la situación, sintiendo que todos la miraban fijamente. Al presentir que
Miró a la mujer tonta que yacía en el suelo, gimiendo de dolor. La situación le resultaba un poco divertida, pero se contuvo y no se rio del
había estado muy enojado momentos antes. Por el contrario, dejó de discutir y se hizo a un lado para observar la escena que
hora?', se preguntó Lionel cuand
uación sorprendió a todos
callejero atrapado en un árbol. La atrajo hacia sus brazos y, de repente, el aroma limpio y fresco
n un millón de años habría imaginado que Ruf
con descarado interés. Rufus no había tenido ningún reparo en levantarla del suelo y llevarla en los brazos frente a tanta gente, y todos parecían escandalizados. Mo
uerpos en contacto irradiaba era palpable, y cuando los sentidos despertaron la memoria y el des
abía quedado muda. Su boca se abrió en vano, y su cerebro parecía haber dejado de funcionar por completo. El dolor que sentía en todo el cuer
mos que llevarla al ho
z que no dejaba opción a la desobediencia. Echó un vistazo a los rostros sorprendidos a su alrededor,
Se acercó a su hijo al mismo tiempo que señalaba con la mano al mayordom
on preocupación en sus ojos. No alcanzaba a entender cómo había podido ro
iado como para responder. Estaba segura de que se había hecho daño, pero la verdad era que no tenía ningún impedimen
ue ella sabía era que no quería abrir los ojos. No tenía inconveniente en seguir fingiendo que estaba g
eso, la boca de Rufus se alzó por un segundo, en lo que parecía una pequeña sonrisa
ra reírse a carcajadas. Definitivamente estaba ante una muje
era gran cosa, y además, así ella estaría en deuda y podría cobrárselo en el futuro. De esta
ó para bloquear su camino. Era Lionel, que había sido un espectador silencioso todo este tiempo, se paró fren
r qué te preocupas