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La Hermandad Del Arcangel

Capítulo 5 5

Palabras:1185    |    Actualizado en: 01/11/2024

todo lo que la rodeaba: desde el número de guardias vampiro y los exquisitos (aunque algo extraños) arreglos florales, hasta el hecho

su puesto tras el mostrador curvo. Este también era de piedra, pero estaba tan bie

de su corazón. Estuvo a punto de preguntarle a Griselda a quién se había desayunado (ya que su

aci

lys, su sonrisa estaba cargada de sabid

risa. -Consultó su reloj-. So

uerido empezar aquella reunión con

y fue sustituida por una expresión de sutil decepci

del Cazador? -El desagradable comentario sa

una sonrisa descon

de lo más entretenida. Y S.R. Stoker, el pr

ys era el Rat

tuviera los ojos rojos, ¿no? -Francelys sacudió la cabeza-. Ust

da dejó paso a un gest

condición de vampiro. La mayorí

momento apropiado para darle una lecci

gió los hombros, como si careci

lda se ruborizó, y su

a he entretenido.

había dado la oportunidad de tranquilizarse. Si aquella vampira delicada y elegan

cilaron un instante ante

ro de su voz estaba mezclado

de Francelys

muy a

sta compuso una sonrisa intrigada-. Él no n

habría dado

rente a las puertas

a pantalla táctil situada en un pequeño hueco que había junto a l

s frenó

azo

n tendrá l

puertas se cerraron, recordó con cierta incomodidad al vampiro al que había encerrado en una caja unas doce horas antes. Ahora ya sabía lo que se sentía al estar al otro lado. Si n

ta atrapada e

edor. Decidió dejar de observarlos cuando marcaron la planta setenta y cinco. En lugar de eso, se miró en los espejos y alisó l

pedido que fuer

un pequeño recinto acristalado. Resultó evidente de inmediato que aquella jaula de cristal no era más que la estructura

no creía necesario que sus

bastó otra mirada para descubrir que el suelo de la azotea no era solo de cemento. Lo habían pavimentado con baldosas gris oscuro que brillaban como si fueran de plata bajo los ray

tonio por n

ugosa: en aquel momento el viento era suave, pero sabía que a aquella altura podría volverse violento sin previo aviso, y los tacones no eran precisamente muy

r una ventaja. Los nervios no

íble imagen de los ángeles que volaban desde y hacia la Torre la llenó de euforia. Estaban tan cerca qu

onunciada con suavidad, aunq

ibido el viento originado por los movimientos

me cayera? -pre

ado, las alas entraron dentro del campo de visión per

desprendía aquel ser que decidió parecer tranquila. Era eso o

le p

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