Siete años de su desamor oculto
de cumpleaños sobre la cabeza de Leo. Me mir
pregunté, forzando una sonrisa que
momento, lu
e estés conmigo,
ia, el que solidificaba todo. Nunca olvidaría este deseo puro y crudo. Y pasaría cada día ase
lta, besando la parte superior de
de dinosaurios. El nombre de Holden no se mencionó ni una vez. Éramos solo nosotros. Y por primera vez en mucho tiempo,
s celebrado sin un padre. Recogí el grueso sobre manila que había escondido debajo de una pila de revistas viejas. Adentro estaban los papeles del divorcio, perfectamente impresos, firmados por
la puerta principal. Holden
. Sus ojos, cansados y sombreados, se posaron en los globos desinflados, el pastel a medio comer
-. Dios, lo siento tanto, Adriana. La gala se alarg
xcusas endebles
delgada, bord
en. Leo se la pa
mentira, pero eran más
el cabello, luciendo
vez. Prometo que se l
destello del viejo Holden, el que s
ranquila, casi distante. Recogí el sobr
mi cara, la confusión
é es
nteniéndose firme-. Un acuerdo de disolución de sociedad, co
íbula s
seas ridícula. Estamos
cerca, sus ojos
gala? Te dije,
atravesó el silencio. Miró hacia abajo, su expresión aún m
uego contestó, la irri
dy, ¿q
pánico, se derramó del teléf
ento, se rompió una tubería, hay agua por todas partes! ¡Mi ropa de dis
to lleno de irritación, se suavizó
ónde estás? ¿Estás a
e la puerta, su mano alcan
les, Holden -dije, mi voz ap
ebató el sobre de mi mano, garabateó su firma en la parte inferior
nto, Adriana, tengo que ir
en un instante, el sonido de su auto acelera
suavemente, una despedida silenciosa y burlona. Él había elegido. Había elegido a Kassidy. Había elegido su vida públic