Siete años de su desamor oculto
ana! ¡
uvo en la acera. No me di la vuelta, pero sentí q
a endeble caja blanca de p
a hacia mí-. Lo recogí en el c
quien se había deslizado detrás de él,
de mango! Le dije a Holden que estaba bien si compartía
s ojos, como si acabara de ganar u
so de plomo. Mousse de mango. Por supuesto. Qué apropiado qu
do en mis brazos,
us ojos abriéndose co
r Leo, soportaría cualquie
Papi te tra
su voz suave, esperanzada. Miró a Holden, s
Leo. Suspiró, un leve destello de lo que podría
Lo comer
idada ante la cara del pastel y una promesa
a acera. Holden y Kassidy se quedaron parados uno al lado d
idado el pastel en la pequeña mesa de la cocina. Leo, vibrando de emoción, observó mientra
i niño dulce -dije,
n pura dicha. Tomé un bocado de mi pr
ropical explotó en
ló contra mis costil
manos de Leo, mis movimie
o comas
rar, con el ceño ligeramente
iendo? ¿Estás loca? ¡Es
ágrimas no derramadas, s
da, temblando con una furia cruda que no sabía que poseía-. ¿Siquiera rec
to. Se tambaleó hacia atrá
pensé que le encantaba la fruta... Lo sie
an como un eco hueco en un vasto cañón vacío. Lo siento. Las palabras
momentos iluminados de alegría, se atenuaron lentamente. Miró a Holden, luego de vue
rró, su voz pequeña y
i hombro, su pequeño cuerpo temb
olvidado el cumpleaños de Leo; había puesto en peligro su vida. Y Leo, en su
desesperada y arrepentida de Holden quemándome la espalda, p
esitaba decir adiós. No a él. Mis papeles de divorcio firmados estaban en su escritorio, ya legales. Mi oficina, ahora despojada, s
as multitudes bulliciosas ofrecieron un extraño con
e, mi amor? -pregunté,
acurrucándose más p
i. Solo
imas de tristeza, sino de liberación. De libertad. Siete años de abuso emocional, de ex
i teléfono. Bloqueé el número de Holden. Lo bloqueé en cada plataforma de rede
illespie. Final