El Altar, Las Mentiras, Su Penitencia
ista de Em
la y eficiente, me sacó suavemente del agarre asfixiante de la memoria. Mis mano
piré hondo, empujando el pasado hac
ciosa. Me cambié a mi uniforme estéril, poniéndome guantes y una mascarilla. La tela crujiente er
rrier, su pelaje enmarañado, una herida pequeña y triste en su cabeza. Su dueña, una m
dose-, ¿puedes... puedes hacer que se vea co
mi voz
mejor e
do de volver a unir las piezas, de hacer que las cosas sean hermosas de nuevo. Pero algunas roturas son demasiado profundas. Algunas
ono. Leo. Miré el identificador de llamadas
ha llamado todavía? -La voz de Leo, usualmente
onrisa genuin
ocupado, mi amor.
ono sonó de nuevo. Era J
-La voz de Joel retumbó en la pequeña habitación, acompañada por el sonido distante de olas rompiendo y ri
gritó Leo, emocionado de final
go su tono cambió, un toque de exasperación colándose-. Emilia, nunca me
de mujer, ronca y
blas? ¿Tu familia secreta? -S
Mi agarre se tensó en la
tensa ahora, c
i hijo. -Trató de sonar ca
risi
y, Joel, me m
o inferior temblando. *No les caigo bien, mamá.
mi voz plana-, v
voz de Joel, cuando habló de nuevo, era más suave, desprovista de su
Estoy en un viaje de negocios. Regreso esta noche.
r él -dije, mi voz cortante. No
a una seriedad cruda en su voz que
z desprovista de emoció
ir su vacilación a través del teléfono. Finalmente
re se m
z apenas un susu
o esta vez. Luego, la v
. si tú quieres casarte con él, me quitaré del camino.
mos casados. Mi mente daba vue
uina de la pequeña pantalla, pude ver a una mujer en un bikini diminuto acercándose a él, susurrándole algo al oído. ¿Era por esto q
fría me
lo ahora. Firmaré los papeles. -Mi vo
pentinamente ardiendo con una
ción reprimida-. No, no lo necesito. Soy un soltero empedernido, ¿recuerdas? No puedes atar a una cosa salvaje como yo. -Se rio
íbula s
en la tierra -espeté, mi voz cargada de veneno. El so
ó silencio. Podía escucharlo re
mbres que la desechan -dije, mi voz temblando con una furi
culpas murmuradas. Mis manos temblaban. Cerré los ojos, obligándome a respirar profund
as, todo había sido un borrón. Recuerdo gritar, desgarrar mi vestido de novia, un desastre histérico atrapado en una jaula dorada. Todos pensaron que era