Carga Congelada, Una Esposa Traicionada
o del motor se sentía extrañamente fuerte. Atlas se estiró, luego abrió su p
e fue eterno. ¿Sigue ella allá atrás? -Ni siquiera mi
Soy Elisa. Tu esposa. La que murió en tu cajuela. La que mataste. Pero
o, temblando dramáticamente, aunqu
arrollarse a escasos metros detrás de ella-. Es aún más mágica de lo que recuerdo,
ostro sombrío, se ac
la recojan a ella? -preguntó, sus ojos moviéndose hacia la
ó una mano
ero que ande vagando y causando una escena. Se supone que debe descansar, ¿recuerdas?
ostro. Miró a Katia, quien solo se encogió de hom
ndido
el equipaje. El equipo de esquí, las maletas, las cajas. Y a mí. Mi cuerpo pe
Eran la imagen de la riqueza y la felicidad, completamente inconscientes del contraste
Atlas-. Y un poco triste, todavía, por... ya sabes. -Hiz
amente la rode
lgo para ti. -Sacó una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo. Adentro, un colgante de d
lágrimas olvida
jor. -Le echó los brazos al cuel
s. Una piedra pintada. Un botón brillante. Decía que eran muestras de su amor. El amor de Mamá era cálido y sua
aía de vuelta las peores cosas. No solo la soledad, sino a él. El hombre que Toro a veces traía a la casa. El de l
silencio, porque Atlas me había dicho que estuviera callada. "Las niñas buenas
, era justo como la oscuridad de la cajuela. Excepto que no había nadie para escuchar
que mis palabras a veces salían enredadas y mal? Yo lo amaba. Mamá dijo que tenía que
de la cabaña, Atlas y Katia se
onrisa maliciosa jugando en sus labios-. Tal vez se perd
tomando un tr
Ya no es mi problema. Ahora es problema de un cuidador. O problema de un m
hotel, un joven con ojos n
car la camioneta. Pero... parece que no en
ño, la irritación n
que está en su cuarto. Y todo el equipaje debería es
vehículo a fondo. Faltan algunas de las maletas más pequeñas. Y... no había nadie e
un sonido fr
. Escondiéndose en algún lado. Tratando de llamar la atención. -Rodó los ojos-. Si
panza. ¡Ustedes hicieron que me doliera! Pero las palabras nacieron mu
la de Atla
obablemente está vagando por los pasillos, haciendo un espectáculo. -Marcó un número, sus dedos golpeando los bot
do. Solo el tono de llamada distante,
ose. Miró alrededor de la lujosa suite, como si esperara ver mi car
ntrante. No de mí. Era Toro. Atlas fulminó la panta
ersonal no la encuentra.
legó a través del teléfono, lo suficientemente fuer
lema. El valet... acaba de encontrar a
irando el teléfono, con los ojos muy abi