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Traición de Altas Apuestas, Una Mano Ganadora

Traición de Altas Apuestas, Una Mano Ganadora

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1546    |    Actualizado en: 15/12/2025

nique, en Las Vegas. Esta noche. Apenas unas horas ante

un "error de borrachos". Dominique, aferrada a su bra

ltas apuestas para "celebrar", una brom

me obligó a entregar el brazalete de mi abuela cuando perdí un

n juego, que el brazal

el mundo del póker clandestino. Pensaban q

e perderlo todo c

ítu

vista de

No la próxima semana, no el próximo mes. Esta noche. Horas

No era una metáfora. Fue un golpe real en el

or de borrachos -dijo Horacio, su vo

dor. Dominique, su "mejor amiga", estaba a su lado. Llevaba un ves

te dulce, que no llegaba a sus ojos. Levantó la mano.

garganta seca. Mi voz se sentía

cortó el silencio del salón de fiestas. Los inv

-ronroneó. Apretó el brazo de Horaci

ió. No me miró a mí

andelabros de cristal sob

-. Teníamos una fiesta de compromiso p

uso los ojo

fuera real. ¿

grandes e inocentes. U

e miró. Sus ojos est

Abigaíl. No

sual, despectivo. Como si mis sent

sentía cada vez más pequeño. El

o. Esta vez, su risa est

Su voz era demasiado fuerte-. Una boda rá

lencio era ensordecedor, excepto po

ededor, deten

e. Una partida de póker.

í? ¿Ahora? Mi corazón marti

s brillaban. No estaba pre

ncómodos. Evitaban mi mirad

is huesos. Esto no se trataba de

ella. De ellos

mó en mi mente. Un plan. Un destello de algo

voz era sorpren

bruscamente hacia mí. Sus o

a -dijo, su tono era cort

brazo. Sus dedos

contacto se sintió como un

sabía que poseía-. Especialmente cuando las apuestas son tan alta

dó suspendida en el air

Horacio se

l! ¡Fue un error de borra

las palabras. Su man

ía cruzado con Dominique. Cada noche hasta tarde, cada promesa ol

ue me habían desangrado lentamente. Las veces que había minimizado mis sentimie

o, se había reído de sus chistes un poco más fuerte, la

su hombro, sus dedos trazando la línea de su mandíbula. Me miró,

yó en Horacio, su cabeza en su hombro-. Lo siento mucho. De verdad

aba casi vacía. Se t

ó, tomando un gran sorbo t

Un destello de algo -¿lásti

-dijo, su voz más suave ahora. Su

e hacerme entender.

la actuando, él protegiéndola, yo s

ndo una falsa dulzura-. Ningún da

ncómodo, su mirada compasiva. Me ofreció un pequeño encogimiento de

cercó más a Dominique. Un

nrisa-. No nos detengamos en trivialidades. ¡Es una

as nerviosas rec

pacificador, dio

on las reglas para este j

nte. Le encantaba ser

imo en pie gana el pozo! -Hizo una pausa, sus ojos se clavaron en mí-. Y para Abigaíl -añadió, con un giro cruel en su boca-, como es t

a de nuevo. Eso no era solo j

en su

no es

frunció

tal vez eso

ro Dominique. Le pellizcó la mejilla-. ¡Es solo por

u mirada d

Mi voz era tranqui

ron a la mesa con vacilación, i

vagantes, colocó un collar de diamantes

suerte -anunció co

puso las llaves de su auto deportivo clási

Dentro, sobre satén, estaba el reloj de bolsillo antiguo que le había regalado en nuestro primer aniv

mi mirada. Lo colocó junto al collar

isita. Se inclinó hac

s lo que realment

ta, con pequeños y elaborados dijes, cada uno representando un hito e

ración. Sentí una fr

trazando el familiar metal frío.

Mi determinació

firme. Me desabroché el brazalete. Lo

de bolsillo de Horacio. Allí quedó, brillando bajo las luces del

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