La abogada del padrino
. Conducía su sedán alemán con el piloto automático de quien ha memorizado las calles, pero su mente estaba a miles
rolas en lugar de reflejarla. No había letreros llamativos, solo una placa de bronce pulido junto a una puerta de roble macizo.
de su traje como si se estuviera colocando una armadura antes de entrar en combate. Sabía que cualquier signo de debilidad, cualquier temblor en
d rancia y costosa. El vestíbulo estaba desierto, salvo por un conserje de eda
rañamente fuerte en el silencio acolchado del
parpadeó. Simplemente asintió, como si hubiera e
Santander. El seño
mna vertebral. Siguió al hombre a través de un pasillo largo, flanqueado por retratos al óleo de hombres severos con patillas largas y mi
ándola a entrar con un gesto deferente pero firme. Valeria respiró hondo, contuvo el aire durante do
aban forradas de libros que probablemente nadie leía, y en el centro, bajo la luz ámbar de una lámpara de p
ba de pie junto a u
bre que supuestamente controlaba la mitad del flujo de contrabando del país, parecía un diplomático jubilado o un rector de universidad. Vestía un traje de tres pieza
an una inmovilidad reptiliana. Cuando se posaron en Valeria, ella sintió que la escaneaban, despojándola
na familiaridad que era, en sí misma, una transgresión-. Gracias por
nteniendo la barbilla alta-. Su...
e no llegó a sus ojos. Señal
un single malt de tr
e pie. Necesitaba mantener esa pequeña barrera física.
ndo un sorbo de su vaso-. Yo tenía la impresión de que esto e
olpe. Apretó su bol
enece. O mejor dicho, tiene información sobre mí. Asumo que el
suave, seca como el cr
algo fundamental: yo no quiero su dinero. El dinero es vulgar, Valeria. El d
deliberados, sacó una carpeta delgada de su chaqueta y la dejó sobre
, está en una sit
berlos visto. El hijo del jefe de la mafia acusado de matar a un político en ascenso. Un circo mediático
nte. No es un santo, Dios sabe que no lo he criado para serlo, pero no es un asesino descuidado. Todo esto es un montaje. Una o
personal lo suficiente para que ella pudier
pero este caso se jugará en la opinión pública y en la corte suprema. Necesito a alguien "limpio". Alguien con u
a, sintiendo que el pánic
iera. Si tomo este caso, mi reputación se verá comprometida solo por la asociac
ima fingida que fue más ate
ción ya está comprometida. Sol
e regreso a la chimen
gesto noble, debo admitirlo. Salvar el legado familiar. Pero ilegal. Lavado de dinero, fraude, apropiación indebida. Si envío ese archivo a la Fiscalía General mañ
cortesía, sino porque sus piernas ya no podían sostenerla. Él lo sabía todo. No solo el
quiere? -susur
iluminado por las sombras
iscalía. Quiero que lo traiga a casa. Si lo hace, el archivo de las Caimán desaparecerá. Se quemará ha
ando que la oferta
u empeño... entonces la destruiré. Y créame, Va
n. No había salida. Era un jaque mate perfecto. Había entrado en esa sala como
raron un destello de su frialdad habitual. Si iba a caer, caería luchando-. Y nece
vez, la sonrisa pa
a que di
del fondo, donde una sección de la estantería de libros se deslizó silenciosamente hacia un lado, revela
No está en la cárcel, Valeria. Pagué una fianza que haría llorar al ministro de eco
. Caminó hacia la puerta abierta. La habitación contigua estaba ape
ra, sentado en una silla
un paso más, cr
preguntó a l
rostro joven, de rasgos angulosos y una belleza casi dolorosa. Gabriel Rivas acercó la llama a
pómulos marcados, y luego exhaló el humo
, aterciopelada y cargada de desprecio-. Espero que hayas salido cara,
hombre desesperado por ayuda. Era el desafío de alguie
? -logró d
luz del cigarrillo iluminando una cica
as-. Vete a casa, Valeria. No tienes idea de en qué te estás metien