Los Trece Años de Sus Mentiras
das y finales. No parecía haberlas registrado por completo, su mente todavía tambaleándose por los eventos d
! -Era la voz de Kendra, aguda c
n golpe nauseabundo y una serie
n enteramente enfocada en Kendra. Se había ido, abandonándome en el polvo y la
léfono vibró en mi mano. Un mensaje de un número des
apasionado momentos antes. Debajo, una leyenda: «Es mío, Abril. Siempre lo ha sido. Siempre lo
orcido, y yo había sido un peón. La foto, una puñalada final y definitiva al corazón. Confirmaba lo q
llorando. No quedaban más lágrimas que derramar. Solo un vacío profundo y doloroso. Yo era
a desolada bodega, vi a Braulio acurrucado sobre Kendra en el pavimento, los paramédicos ya llegando. Ni si
áticamente. No solo mi ropa, sino mi vida, mis sueños, mi propia identidad. Cada artículo que colocaba en la maleta era un paso para cortar los lazos que me unían a Braulio y su sofocante
nte, de cuidador preocupado. A la mañana siguiente, recibí un mensaje de texto de él: «Kendra est
a cansada de escuchar sus explicaciones, sus excus
. Abrí, mi rostro impasible. Estaba allí, desaliñado, con los ojos enrojecidos e inyectados en
ió, su voz ronca por el agotamiento y la fru
-respondí, mi voz
rtamento medio vacío, las maletas abiertas. U
¿Para qué?
su rostro, desprovista de emoción-
díbula
hueco-. ¿Estás molesta por lo de Kendra? Te lo dije, está bien. Solo un pequeño accidente. Me ase
podía suavizar con promesas vacías y palabras tranquilizadoras. Su incapacidad para comp
-declaré, ignorando sus sú
os por la incredulid
edes simplemente... irte. ¡Nos vamos a casar! ¿Recuerdas? ¡La votac
repitiendo las mismas línea
ensaré. Te daré la fiesta de compromiso más lujosa que hayas visto esta
tamente, una sonrisa tr
promiso, Braulio. Habrá
l ceño, c
despedida? ¿Qu
tación final y amarga-. Por los viejos
era una forma enrevesada para que yo lo perdonara, para volver con él. Estaba tan completa y de
parecido a la tristeza se agitó dentro de mí. Este era nuestro lugar de reunión de la universi
evo, su tobillo ahora fuertemente vendado, una muleta apoyada contra el tabl
-pregunté, mi voz tra
eca, pasándose una
me. Ya sabes cómo se pone. -Logró una sonrisa débil-.
mi mirada recorriend
inquietantemente tranquila, un marcado contr
lta de reacción, mi comportamiento distante. Había esperado lágrimas, ira, un
liares nos inundó. Nuestros amigos de la universidad, un
amigo, levantando una copa-. ¡Ya era hora
inter
ión del amor verdadero!
sombría realidad. Braulio forzó una sonrisa, su brazo apretándose alrededor de mi
e en su muleta-. Todavía esperando ese anuncio oficial del consejo de
. Apretó mi cintura, una súplica si
eto. -Sus ojos, sin embargo, estaban fijos en lo
pequeña caja sellada que habíamos enterrado en nuestros días de un
ño de convertirse en una artista exitosa, lo que ahora era. Luego vino
o. Su deseo, escrito con su letra juvenil, decía: «C
. Braulio sonrió radiante, apretando
ata deslustrada. Mi deseo, escrito con la ingenua esperanza de una chica
La simplicidad de mi deseo, ahora tan lejos
s ojos, abrió su caja. Su deseo, garabateado con una letra demasiado dramát
a, los celos apenas velados, flotaban pesadamente e
tro-, parece que mi deseo ya se ha hecho realidad
s. Sus rostros registraron asco, vergüenza y una creciente comprensión. Kendra,
ente ebrio, Lucas, tropezó hacia Kendra, su ros
metiéndote con Abril y Braulio! ¡Solo eres una niña mimada
entró en acción. Empujó a Lucas hacia a
as! -rugió, su voz lle
nte alrededor de la cintura de Kendra, atrayéndola cerca. Sus
n una posesividad que me heló hasta los huesos-. ¡Y
i mujer*. No yo. Nunca yo. Mi corazón, ya destroza