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El Engaño De Mi Propia Sangre

Capítulo 4 

Palabras:1087    |    Actualizado en: Hoy, a las 14:25

ela

un procedimiento de emergencia para estabilizar una hemorragia interna causada por el estrés. Pasé las siguientes semanas en una habitación de hospital, tan so

a. "Mi compromiso es contigo", había dicho Rodrigo a Verónica refiriéndose al re

itaba estirar las piernas y, quizás, sentir un poco de sol. Me dirigí al ala de cui

é risas. Voces familiares. Me detuve en

ariciando la mano de Verónica, sus ojos llenos de una devoción febril. Verónica, sentada en

odr

Hablaba con un médico, su rostro serio, sus cejas fruncidas en profunda preocupación.

tas, doctor", decía. "Lo que sea qu

sonrisa que era tan

almendras? Sabes que necesito mi energía". Su voz, débil

ió de in

r el café. Su espalda ancha y protectora, una barr

o denso, y un sabor amargo llenó mi boca. Me sentí como un fantasma, una intrus

ebre alta, la sed insoportable. Nadie vino. Nadie me trajo un va

ntado una vez la enfermera, al notar mis l

do orgullosa para pedir. O quizás, dem

corriendo por un café con le

zado a sanar con la esperanza de mi hijo, se desgarró de nuevo. No era solo

y mi hermano. Entendí entonces que él también era parte de ese patrón, de esa ceguera colectiva hacia mí. Su amor por Ver

de sus besos... todo era una farsa. Un papel bien interpretado. Él n

aba el alma. Me quemaba el cuerpo. Y sobre todo, me que

pensé. N

n secado. En su lugar, una frialdad se in

mí, sino por mi hijo. No podía permitir que esta cr

u pequeño mundo, yo me di la vuelta. Mis pasos, antes l

brado, siempre en busca de mentes brillantes para expediciones de campo. Yo, con

léfono. Mis dedos volaron sobre el

de unirme a su proyecto de investigación en el Amazonas? Estoy lis

llegó casi

está en marcha. Necesitaríamos que te incorpores de inm

allí", r

za y desaparecer sin dejar rastro. Una semana para

ismo. No una semana. Mañana. Era una oportunidad única.

r. Aguilar por teléfono. "Si necesitas má

. "No necesito despedirme de nadi

clara. La decisión estaba tomada. No había vuelta atrás. Era el final

el desprecio de mi padre y hermano, se grabaron en mi memoria, alimentando la llama de mi determinación. No más lágrimas. No más súplicas. Solo la frialdad de la

ña

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