El Engaño De Mi Propia Sangre
ela
io, pero sus ojos aún tenían ese brillo que una vez creí era amor. Ahora, solo veía un reflejo de su obsesi
rme. Su abrazo, antes un refugio, ahora se sentía
do mi maleta con el ceño fruncido. "Pensé qu
sas", mentí, mi voz tranqui
iste sola del hospital?". Su tono era de re
os", respondí, evitando su mirada. Quería que se diera cuenta d
a. Entró en la habitación, apoyada en un bastón de caña que no neces
a esta... esta mujer!", exclamó, con un tono teatral. "¿No te das cuenta del peligro en el que la pones? E
estómago. La misma mujer que había orquestado todo e
z suave, intentando calmarla. "No digas to
me lanzó una mirada de desprecio. "Siempre lo
to como antes. Porque ahora sabía la verdad. Ahora sabía que la verdadera cu
tes había sentido. Era un monstruo envue
nterpuso ent
. Estás cansada. Ne
brazo con una fuerza sorprendente. "No quiero ir sola a esa habitac
il que, para mi sorpresa, funcionó
cupes. Te quedarás aquí. En nues
detuvo. ¿Qué dijo?
. La rabia burbujeaba en mi interior, pero l
a. "Verónica necesita cuidados especiales. Y aquí estará más cómoda
ojos, vi la victoria. La humillación. Esperaba u
stro se mantuvo inexpresivo. M
ranquila. "Verónica es de la familia. Es lo m
se tambaleó por un instante. Rodrigo me miró con una expresi
o que intentaba ser dulce, pero que apenas di
palabras de esa m
e invitados para la señorita Verónica. Asegúrense de que tenga todo lo que necesite. Cojine
omo si yo no estuviera allí. Como si mi propia recuperación no importara. Mi corazón se enc
necesidades. Era una intimidad que yo nunca había compartido con él. Un c
que me había ocultado la profundidad de su relación con mi herm
ción", dije, mi voz aún tran
to, mis pasos firmes. Abrí mi maleta y empecé a empacar frenét
el sonido de la puerta se
voz suave. "Te ves a
Me tendió un vaso de agua con un
esto. Y acuéstate.
dando para que mi vientre de alquiler pudiera seguir funcionando para su am
la pastilla y el agua, mi mirada fija
acariciando mi frente. "No quiero que t
te. Para
rmaneció impasible. Estaba a punto de desaparecer. Y él ni
quería romper todo a mi alrededor, pero el nudo en mi garganta era demasiado fuerte. Sentía la urgencia de huir, de correr, de desaparecer en la noche. Mis ojos se posaron en la maleta a
ven