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El juramento de la bailarina: Su imperio arderá

El juramento de la bailarina: Su imperio arderá

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2784    |    Actualizado en: 18/12/2025

trella de la Compañía Nacional de Danza, pero él se aseguró de que cada premio importante fuera para sus a

ayudado al hermano de Casi a escapar de la justicia des

ia como palanca, manteniéndola como rehén para asegurar mi

n la verdad de su agresión hasta que Gracia, rota y

ado por salvarla, salt

illación pública, la muerte de mi carrera. Ahora ell

ice un nuevo juramento. No solo me divorciaría. Reuniría las pruebas,

ítu

ista de Ha

e mi propio hogar, yo era solo una mujer cuya carrera fue sistemáticamente desmantelada por el hombre que juró protegerla. La humill

es exigencias de mi arte. Era el lento y deliberado sofocamiento de mi espíritu. Durante años, había ostentado el título de bailarina principal, mi nombre era sinónim

a o

nte, iban a

odiciado de la industria, brillaba bajo los reflectores. Estaba destinado a ser mío. Todos lo sabían. Las encuestas en línea me daban una ventaja abrumadora, los crítico

andro, construido con su diner

ió el nombre: Casandra Robles. La sangre se me heló, y luego hirvió. Casi. Su último juguetito, una bail

nas. Reconocí la voz de una compañera bailarina,

guien se le apag

na venenosa. "¿Hanna Montes ignorada de nuevo! ¿Alejandro de la Vega tiene favoritismos?". Las preg

l Premio Estrella de la Noche, un pesado y reluciente símbolo de todo lo que yo había ganado, de todo lo que ella no. Sus ojos

, articulando pa

es mi

os de humillación silenciosa, de ver mi talento disminuido, mi pasión ridiculizada, todo por el bien de su ego, su int

st

salí del Palacio de Bellas Artes, dejando atrás los aplausos huecos y el sabor amargo de la derrota. Mis pies me llevaron por

oro que compartía con

pantalla de su laptop iluminando su perfil perfectamente esculpido. No levantó

a, sobre su escritorio de caoba. El papel blanco y

divorcio,

n, un tono que había perfeccionado dura

ue su costoso whisky se arremolinara. Sus ojos, generalment

che por el premiecito, Hanna? Sa

ando a resquebrajarse. "Se trata de que ya me cansé. Cansada de las humillaciones pú

risa depredadora ju

rees que es a

gar trazando las letras

e un acuerdo prenupcial.

as palabras atascándose en mi garg

na expresión escalofriantemente seria. Ju

su voz baja, casi un ronro

. Mi hermana menor, mi única familia viva, encerrada en un sanatorio mental privado, un pájaro frág

de mi coreografía original había arrasado en el escenario internacional, ganándome una ovación de pie y la promesa de una gira mundial. Pe

sticia. Juró que la protegería, que se aseguraría de que recibiera la mejor atención, escondida de las miradas indiscretas, de los brutales recuerdos que la atormentaban en sus horas

s de venganza, de justicia. Renuncié a la gira internacional, el pináculo de mi carrera, para estar al lado de Gracia, para asegurar su recupe

orzando las palabras, mi voz temblando a pe

ita, un sonido s

lemente está... ba

us ojos clavándose en los mí

anquilo, la atención especializada... todo desaparecido. ¿Qué pasa entonces, Hanna? ¿Tu preciosa hermana prospera e

raron en puños, mis uñas clavándose en mis palmas. El dolor era

", siseé, mi voz

ue tu pequeña carrera de baile es lo más importante? Soy dueño de esta ciudad. Soy d

haber contorsionado mis facciones. Este era su

doméstica, una sombra silenciosa,

nó, su voz volviendo a s

cargados de cajas de terciopelo y relucientes portatr

nna. Quizás un recordatorio de

esionante vestido de alta costura, una cascada de s

tada, señora. Hecho

tesoros, regalos de él a lo largo de los años, cada uno una cadena dorada. Se suponía que eran símbolos de su adoración, muestras de mi valía. Ahora, se sentían como grilletes, cada piedra r

e lenta y agonizante de mi espíritu. Cada joya se sentía

delicada tela. Con una repentina y violenta oleada de adrenalina, lo arranqué de la percha y lo arrojé al otro lado de la

el suelo. Los diamantes rebotaron por el mármol pulido, los rubíes saltaron, los zafiros

bía estado impasible momentos

sacudiendo los cimiento

voló por el aire, un proyectil letal. Me golpeó en la sien con un ruido sordo y repugnante. Un destello ce

jos ardiendo con una intensidad aterradora.

lugar, Hanna. No tole

voz un gruñido

o en falso, y su 'comodidad' se

avés de la neblina del dolor, surgió una cruda claridad. Este hombre, mi espo

suavizó, la rabia se desvaneció como si nunca hubiera estado allí. Una le

irada mientras salía del estudio, dejándome sangrando en el suelo, rodeada de cristales rotos y joyas e

atarlo alrededor de mi herida. Mi reflejo me devolvió la mirada, una extraña con ojos atormentados y una sien magullada y sangrante. Pe

a. No por él.

de los poderosos e influyentes, hasta que encontré el que necesitaba. Alex Cárdenas. Mi amigo de la infancia, a

al segund

odo bien? Nunca

da, fue un bálsamo para m

no derramadas. "Necesito tu ayuda. Necesito divorciarme

ilencio al otro lado

. Tomo el primer vuelo a la Ciud

lo que pareció una eternidad, se encendió dent

"Eres la gracia encarnada, Hanna", había dicho, su voz ronca. "Mi musa. Mi reina". Le había creído. Me había enamorado de la ilusión, de la idea de que su posesividad era amor, que su control era protección. Me casé c

tégicamente en papeles que yo debería haber tenido, recibiendo premios que yo había ganado. Mi nombre, una vez susurrado con revere

a. A veces me encontraba. "¿Por qué esa cara larga, Hanna?", preguntaba, una cruel diversión en sus ojos. "Te doy todo. D

unca podría pagar. Pensaba que el amor era

o quería una esposa; quería una posesión. Una vez adquirida, su valor disminuía, su propósito se reducía a una exhibición. Me había perseguido implacablemente, con un fervor que una vez parec

zado, pieza por pieza, hasta

uego, en lo profundo de mí, que no había logrado extinguir. Un

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