Las Cicatrices de la Heredera: Un Regreso Vengativo
ista de So
cia. Un impulso desesperado y primario de adrenalina. El olor a miedo rancio y a mi propia sangre. Solo recuerdo correr. Mis piernas, e
de mi cuerpo gritaron en protesta, hasta que mis pulmones ardieron con los últim
o una melodía alegre y desafinada. Fue un salvavidas en la oscuridad sofocante, tiran
rescas. Mi cabello estaba enmarañado, mi piel un mapa de moretones y cortes. La dignidad era u
s lo vi.
s niños, aplaudían cortésmente. Karla estaba a su lado, su sonrisa perfecta un crudo contraste con mi rostro devastado. Estaban organi
nuevo proyecto, para pavonearse frente a las cámaras, pero ni un solo centavo para salvarme. Tenía tiemp
que acababa de tropezar con su narrativa cuidadosamente construida. ¿Y yo?
música alegre murió. Los reflectores, uno por uno, giraron, cegándome, iluminando cada una de
adiando encanto, se volvió frío. Sus ojos se abrieron, un
preocupación, sino con
aguda, teñida de una irritación que cortab
ba escapando del infierno. Estaba corriendo haci
rimiento, mi experiencia cercana a la muerte... todo era un inconveniente para él. Menos importante
por mi rostro. Me lancé hacia él, mis bra
por mí? ¿Por qué? ¡Nos íbamo
trocedió. Luego, levantó la
ontra el suelo áspero. El dolor era intrascendente. El rechazo, f
blando? Karla ha estado negociando con los secuestradores. Íbamos a pag
amián. Mi cuerpo era una ruina. Y él
gué, señalando mi cuerpo roto. "¿Quién mont
ento. El chico que había amado. El hombre con el que se suponía que me casa
ció impasible. Su mirada se desvió hacia la multitud ahora interrumpida, las
s, me apartaron. Lejos de las luces, lejos de las cámaras, lejos d