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Las Cicatrices de la Heredera: Un Regreso Vengativo

Capítulo 2 

Palabras:1096    |    Actualizado en: 24/12/2025

ista de So

redera de la fortuna de la familia Garza, un nombre sinónimo de dinero de abolengo y gusto refinado. Era hija única, consentida, mimada, nunca me faltó nada. Nuestra

. Era hermosa, talentosa y estaba comprometida con Damián García, el hombre que había sido mi novio de toda la vida, mi prometido. Él era guapo, carismático y ya estaba causando sensación en el mun

a. O más bien, la

adilla que no podía comprender. Fui secuestrada. Mis captores eran despiadados, sus rostros ocultos, sus v

an que hacerlo. Éramos una familia. Damián me amaba. Había prometido un para siempre, ¿no? Se suponía que nos c

daban de comer, me mantenían con los ojos vendados, pero no me hacían daño físico. Fue un preludio escalofr

timo día. La ilusi

caron la venda de los ojos. El hedor a cigarros rancios y cuerpos sin lavar ll

o, princesita? ¡Tu ni

ego otro. Luego una patada en las costillas. Mi mundo

. Las noticias locales. Y ahí estaba él. Damián. Mi prometido. Sonreía, de pie junto a Karla Ponce, su

Mi corazón se detuvo. La coincidencia era demasiado cruel, demasiado pr

me metió un telé

ortunidad.

credulidad. El número de Damián. Todavía me dolía el

usurré, mi vo

espondió. Fue la de Karla.

una junta muy importante.

! ¡Me han secuestr

isa de Damián. Y luego, la voz de

finalizar esto. Sabes lo impo

zamiento. Estaban juntos. Mientra

ortó. Karla h

mi vida. Se trataba de él. Damián. Él había elegido. Había elegido la ambi

jamente la pared, las lágrimas corrían por mi rostro. Mi pr

Vieron que no me quedaba nada. Día ocho. Sin rescate. Me rompieron un dedo. Crac

de prensa de la empresa, severo e inquebrantable: "No negoci

an. Distribuirían los videos en línea. Rogué. Supliqué. Lloré

visión para los negocios de Damián García, su resolución inquebran

en el extranjero. Y, lo que es más condenatorio, se habían desvinculado por completo del negocio famil

reclamaban. Los secuestradores, enfurecidos por la falta de pago, por la re

de dignidad, cada última esperanza. Ya no intentaban sacar dinero; estaban ejec

endo sistemáticamente destrozada. Me obligaron a tragar tierra. Me arrancaron el pelo a mechones. M

ia que no podía alcanzar. Cada fibra de mi ser gritaba por un final, cualquier final. Pero nun

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