El prisionero del cielo
. El dÃa se pinto de gris y el viento decidió salir a caminar hoy por la ciudad, la brisa se lle
teléfono de aquella mujer. Esta vez decidió levantarlo y escuchar
ontes ? - pregunto la voz del ex
dudo. Los labios se abriero
la h
arlos MarÃn ha fallecido el dÃa de hoy
nas y abrazo a la mujer, que estaba para
. - replicó la mujer - Apen
l amanecer al pie de la torre donde el solÃa estar
como alguna vez le pasó al prisionero del c
, le ha dejado una carta. - agr
ico que se hizo prese
mismo dÃa por la mañana, y sin decir nada se aprox
, y la brisa era la única acompañante de la mujer. Las calles esta
al prisionero del cielo en su torre, mirándola como la primera vez y ofreciéndole la sonr
con recelo y lleno de furia, aquel hombre frÃo y miserable, hoy se
eñora. - dijo
acompaño hasta el de
del castillo. Se podÃa escuchar el llanto del prisio
que usted era pareja del prisio
mos p
gistrado, más que a usted, y eso por las cartas, será la
pregunto la mujer,
l ceño y sin ganas le
sionero MartÃn. El guardia
iló a la puerta. Antes de que cruzará el
amar asà a una persona, y créame que he visto de todo en este lugar, señora Montes. Llore le y dÃgale
borde del llanto. Asintió lenta
se podÃa ver la silueta de MartÃn sosteniendo un escrito. La voz del guardia rompió el silencio
s labios para que el corazón de aquella mujer no se rompiera co
y la responda. - dijo MartÃn, con la
llada y supo que eso
la en dónde esperarÃa por el cuerpo de
ó el dÃa anterior. Cada segundo en esa habitación caÃa lentamente, el tiempo era eterno y estaba en su contra; era como si el mismo tiempo quisiera que ella
ó una voz al fo
la llamaba, se percató de qu
nero MarÃn está l list
ó, sin deci
os ojos, la misma mirada; perdida y cansada, como el dÃa que la perdió. El pri
e...?- pregunto la mujer, con e
mucho estrés, acompañado de una impresió
del cielo, y en tan solo segund
rminado. Las noches que compartieron juntos ya no volverÃan, y
r a favor de ambos, y lo
ionero del cielo y su amada se conv
la mujer arrastró su alma hasta donde serÃa
rsario de aquel romance de otoño. El qu