Darnpectra: El Arte del Mal.
lo que habían robado del enorme cofre repleto de riquezas inimaginables. Percival había lanzado una maldición sobre el hombre de
s encapuchados custodiaban las puertas, pero no tardaron en abrir estas, se trata
no solo eso. Secuestrar al pequeño hombre, que se trataba de un miembro importante de la realeza de Pearsea. Tenerlo bajo su poder serviría como chantaje para algún movimiento hacia él ya mencionado reino. Pue
, allí sentado en el trono estaba Fausto. Los dos caminaron hasta quedar cer
za de Pearsea -El rey dio tres aplausos y continuo con sus respectivas palab
kworth al cuervo, pues seguramente estaría interesado en
bien entrenado para matar a Wolfgang Firklous y Barry Firklous -masculló el rey de Darnpectra furioso
diversas pruebas para optar
e al organizador del evento, podrás encontrarlo en el gran salón. -Al recibir la inf
renamiento más arduo, conocerás otros secretos de las artes malignas que fortalecerán tus habilidades que hasta ahora solo han servido
las sombras, Brigham también. Pero el cuervo de la noche no dudaba de sus habilidades, una sonrisa se
podía conversar medianamente era Brigham Loughty. Percival no era ningún santo, no le
puesto a dar su vida por ese título de líder de las sombras nocturnas. No solo le otorgaría un mayor estatus en la jerarquía que conformaba
rna se dirigió al gran salón dejando a
sinos daban su nombre a un anciano de rostro demacrado y
e temor, su rostro era frío sin ningún tipo de expresión que denotase debilidad. Al darle a anciano su nombre, este lo anoto en un
e seguía. Se dirigieron a la parte baja del castillo, dónde se encont
ignorase, está vez el cuervo de la noche dirigió su mirada al brujo. Su mirada era fría y eso
itación, cosa que sorprendió a Percival. Ya que Brigham
n su rostro. No solo había completado con éxito su misión al reino de Nordiha, también había robado una cantidad absurda de oro, una cantidad con la c
, estaba feliz también por la muerte de Plutarco, durante mucho tiempo había sido una piedra en sus zapatos. Ahora no existía nadie que le frenará en sus grandes ambicion