Ángel Azul
protestas y allí lo despedimos, al parecer mi abuelo es
s molesta que me vaya? -le
e la ciudad y me da un poco de miedo, pero sé que va a estar bien, va a conocer otra gente, va a
os lugares, no conocía más gente que a m
y se demoró mucho menos en
Pedro. Era un contrato de seis meses con un sueldo estrafalario, ganaría en un mes lo que ganaba en un año
araba de ellos y debo admitir que era muy apegada a ellos. Además, era la p
, si solo había que esperar. Jugué un rato en mi celular, vi mis redes sociales, me aburrí como ostra..
no morir de aburrimiento. Al final, me compré unas revistas y unos libro
que, a medida que se acercaba el momento de su
amos se abrió y se ubicaron unas empleadas de la aerolínea. Primero entraron los clientes vip, que ni fila hicieron. Luego lo
avión. No era muy atractiva la vista, pero igual se veía algo.
nto, fue una sensación horrorosa, ese ruido monstruoso, la forma en
o el hombre que iba sentado a mi
spondí
or delante de mí y cerró
o vea, se pondr
un hombre algo mayor, cano
-atiné
estuviera en su lugar, no me gustaría
abajo al norte, a S
de Calama, claro que
ma es
vamente. ¿Y
en Osorno, ellos son la
us pa
no dar explicaciones po
sien
aci
sación, hasta que, al parecer, dieron la autorización para
do y, sin embargo, para nosotros hay sol. Aunque las nubes ta
en realidad, era un e
? -me consultó
imo -contesté embel
mirando las nubes que parecían algodón y ese sol esplendoros
de una hora. Yo aproveché de comprar algo para comer y
o, cuando el avión comenzó a moverse con brusquedad. Nos ordenaron colocarnos el cinturón de seguridad y enderezar nuestros asientos. A mi lado ya no iba nadie y me sentí muy sola. No quería morir ahí. Busqué en las caras de los otros pasajeros y algunos estaban muy tranquilos,
e muera aquí, lejos de mis ta
rena, por favor, no se desabrochen los cinturones ni se muevan de s
nos estrellaríamos, costó mucho que el avión pudiera llegar a tierra, incluso varia
errizar por mal tiempo y decían que para el norte estaba peor, así es que llamé a mis abuelos para avisarles que yo me encontraba
ón. Yo no quería, hubiese preferido pasar diez hor
e coloqué el cinturón y cerré los ojos. Rogaba porque no nos sucediera na
sí, yo no estuve tranquila y lo único que quería era aterrizar en tierra firme. Quería llegar a San Ped
uedamos otras dos horas. Me compré otras revistas, más
strellas tan cerca era bonito, para mí resultó ser más aterrador, pues sentía que algunas estre
ones desviados a causa del mal tiempo. Había hablado varias veces con mi jefe por el tema de que no llegaría a tiempo, él me tranquilizaba, pue
sentí, incluso, que aquello era una señal
a, pero no sabía dónde. Le pregunté a una azafata que
e no podría describir en palabras. Me acerqué a él. Era un hombre muy atractivo, alt
de que no quería no demostrar mi entusias
n gusto, mi nombre
jefe? -pregunt
no tuvo un buen viaje, y quería asegurarme de que
s feliz de estar pisando la tierra
mucho que justo haya oc
yo ta
. ¿Tiene hambre? Podemos quedarnos a com
, comer algo, darme una du
ans
confesé sin
gino -c
neta todo terreno, negr
iento hacia atrás, tiene una
le mo
ino que no pudo descan
no, fueron muchas
, no se p
hacia atrás y
dad mi nuevo jefe al tiempo q
estaba acostumbrada al frío, pero aquel era no era el mismo del sur, era uno mucho má
osas -indicó-, hace frío
falta -
erencia -dictaminó con su voz s
izo pasar de inmediato. Dentro, el calor se sintió