El Calor del Oriente
A ESTOY DE COMPARTIR CON
A ESTA LA PRIMERA HISTORIA D
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os crispados al notar que su amiga estaba decidida a llevar a cabo aqu
star hablando en serio- no era una pregunta, era una c
kistan!- la firmeza de su voz dejaba entrever claram
adada, cómo muy pocas veces había llegado a estar- Acaba de morir el Jeque, el país es
país pequeño pero, muy hermoso, tiene hermosas costumbre y una enriquecida cultura, quiero reflejar eso en mis fotos y para eso debo ir allá. Solo serán un par de meses, volveré pr
e Isabella, ¿cómo pretendes ir allá, entrar en su
- siempre he Sido muy audaz, tengo poder
onado políticamente, ¿Tienes
ría a meterse, soy una mujer de lucha y grandes batalla, no aband
s. Durante la trayectoria de su profesión había visitado lugares sorprendentes y muy hermosos.
que había traído como consecuencia que su hijo mayor subiera al trono. La esposa del jeque; Hayffa, según mostraban las fotografías era una mujer sumamente hermosa y profundos ojos oscuros y un rostro muy dulce. El hijo mayor, el ahora jeque; Zabdiel Alim Mubarack Maramara, hasta el nombre era pomposo y presumido, además de complicado de pronunciar, parecía ser
s de su madre. Zahir, por el contrario, tenía unos bonitos ojos grises, qu
xtraña en medio de todos ellos, una ext
raba a sus amigos, pero esto es algo que estaba planeado y decidido. Nadie la haría cambiar de parecer- sino me arriesgo n
demasiado clara, te mirarán como
abello muy llamativo, sus hermosos ojos verdes eran dulces y cálidos, su piel era sumamente clara sin duda alguna llamaría la atención y eso
o el tema y sus amigos
primogénito debía asumir las responsabilidades del trono, algo para lo que se había preparado toda su
ía más que sufrir por la pérdida de su gran amor. Su hermano; Zahir, estaba fuera del país en aquel momento y esperaban su retorno de un momento a otro. Sintió como toda la responsabilidad recaía en sus hombros y sin poder evitarlo se sintió veinte años mayor, aho
os jóvenes que estaban al
llamasen señor, ni ningunos de los
príncipe ha llegado, se encuentr
hombre se mantuvo allí firm
ó sobre sus talo
e que sentía, se hubiese instalado en su pecho y se negase a dimitir. Debía ser un apoyo para su hermano, un consuelo
ió a las de su progenitora, en la pu
le correspondía a su padre, siempre había sabido que llegaría el día en que se convirtiera en Jeque, pero imaginó que su padre aún estaría vivo, que le daría consejos y le ayudaría en todo. A diferencia de en muchos otr
y encontró a su madre aferrada c
antó sus ojos grises hacia él, estaban
estado cuando padre. . . - su mad
da para dentro de cuatro ho
s por el cuerpo del difunto, en esta ocasión el palacio real abriría sus puertas para recibir al pueblo
dad de Norusakistan, su nuevo jeque; Zabdiel Alim Mubarack Maramara. Mientras eso sucedía Zabdiel no podía má