Deseo compartido
alabras vacías. Se acercó aún más, de tal manera que ahora sus rostros
é cómo hacerte dudar. Sólo espero que estés preparado para las consecuencias de lo que has hecho. Porque, Ri
vacías; había algo en su tono que lo hacía cuestionar si Eliza estaba dispu
s más a mí ni a mi familia. Si sigues con esto, no tendrás id
én comprendía que aún tenía poder sobre él, aunque ya no de la manera que lo había hecho antes. Con una últ
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iró fijamente, como si pudiera leer todo lo que había sucedido en su r
ulce, sin ocultar la curio
otado no solo físicamente, sino emocionalmente. La situaci
ra grave, serio. -Eliza no se ha rendi
de escuchar. Un sentimiento de incomodidad la inv
? -su voz era tranquila, pero bajo e
u mente aún luchando con el caos
pierda. Y sé que no será fácil, pero te prometo que no
Ricardo le prometiera luchar, la realidad era que ahora la batalla n
engamos que estar luchando por lo que hemos construido. Si realmente quieres que esto funcione,
taban. En ese momento, entendió que la única forma de salvar su matrimon
lce. Y esta vez
o una cosa era clara: la lucha
tensión de los últimos días seguía pesando sobre él, y aunque había hecho todo lo posible para poner fin a la relación con Eliza, sabía que aún no e
stro suave, pero marcado por la preocupación. Aunque ella quería c
z era baja, pero firme. -¿Está realmente terminad
fianza entre ellos estaba quebrada, pero también entendía
sa, mirando a su esposa con una intensidad que esperaba transmitirle sinceridad.
us ojos que le decía que estaba siendo sincero, pero el miedo seguía present
Dulce, su voz temblando levemente al
sintió un dolor profundo. No quería que el miedo de perderlo
que nadie se interponga entre nosotros. Te lo de
livio y desconcierto. ¿Deber
tó, sus ojos buscando respues
juegos. La única forma de que esto funcione es si somos totalmente transparentes. Si alguna vez l
ía era fuerte, pero las heridas no sanaban de inmediato. Aún así, sentía qu
ecidió hacer algo que no había hecho antes: enfrentarse a Eliza de una manera defini
o la había llamado por casualidad. Cuando él entró en la oficina, la secret
enzamos? -preguntó Eliza, sin o
scritorio y, con una firmeza en su vo
me a ti, pero quiero que sepas que todo eso ha terminado. No va a pasar m
n sus palabras. Había esperado que él titubeara, que se dejara arrastrar nuevamente, pe
una sonrisa sutil. -¿De verdad crees que puedes
día dejar que su inseguridad lo desbordara. No iba a
ular la situación de nuevo, te asegur
o sus palabras. Luego, lentamente, se levantó de su silla y se acercó a
las cosas nunca son tan simples. Y si alguna vez te
ntras caminaba hacia su coche, un peso que había estado sobre sus hombros por semanas comenzó a
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la última semana parecía disminuir con cada paso que él daba. Cuando entró en la casa
labra al principio. Dulce, al ver la seriedad e
guntó, con voz s
s ojos había una mezcla
ue no tiene más poder sobre nosotros. Lo qu
Aunque las palabras de Ricardo la tranquilizaban, sabía
funcionar? -preguntó, con un t
inceridad, sosteniend
za haga o diga, tú y yo somos más fuertes que eso
abía que el camino hacia la reconciliación total no sería fácil. Pero
ómo la barrera que había erigido en su cor
cardo la abrazó, sintiendo que, por fin
ncierto, pero al menos, j
o había prometido luchar por su matrimonio y eliminar cualquier rastro de la relación con Eliza, algo seguía pesando en el aire. Dulce, a pesar de su deseo de creer
amente, buscando señales de que él realmente estaba comprometido con ella y no con el fantasma del p
ió en el teléfono de Ricardo. Aunque él no lo había mencionado, Dulc
ió no confrontarlo inmediatamente, pero la semilla de la desconfianza ya había sido sembrada. Esa misma noche, Ricardo pa
n tono que intentaba ser casual, pero que,
ro, Dulce pudo ver una sombra de incomodidad que lo hacía p
ue debería haberte dicho ante
o. ¿Qué estaba pasando ahora? ¿Acaso todo lo