El Secuestro de Lucía
IDO VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL, A TODOS AQUELLOS QUE HAN VIVIDO
UCHANDO Y GUERREANDO POR TENER UNA MEJOR VIDA, A TODOS LOS QUE
DIARIO SE LEVANTAN POR SUS SUEÑOS,
ÑO Y ORACIONES, PARA QUE SUS VIDAS ESTE
R. BASTA A LA TRATA DE BLANCA, B
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s te has quej
ces has des
pensado que lo mejo
de ex
deseas, porque podr
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ba!- escuchó la voz de su m
e quejó malhumorada. No tenía la más mí
s arriba- insistía su madre.
engo migrañas, déjame en
xactamente como se sentía con la actitud de su hija, no sabía qué estaba haciendo mal con
ortarme que tú lo estés?- se sienta en la cama y la mira con brazos cruzados y ceño fruncido. Sus ojos azules, tan idén
e, no puedes
hijos!- escupe con tanto desprecio que su madre tiene deseos de llorar. Siempre se refería a
s! - le dijo inte
o- le dice enojada, no te qu
leas diarias, de su mal humor matutino, de la manera en que la hablaba, de sus des
n papá - la miró sin pesta
co que te impor
ta, y al único que quiero. ¡Odio esta casa!, ¡la odio!- l
iento que nos odies a todos, pe
también se sentía frustrada de no ser escuchada, de no
que estés lista y bajes a desayunar. - Se giró para i
ntes lágrimas se deslizaban
a, la odiaba
n la que se sentía una intrusa, quería estar
terrible, no logró dormir sino hasta bien entrada la madrug
la llenó con lo que necesitaría ese día. Decidió dejar
hermanos a la mesa. Sin decir nada
dijo la pequeña
es de que te quejes, hol
ba con absoluta adoración. Amaba mucho a su herman
la necesidad de adularla, esperanzado en consegui
r. Pronto apareció su madre, con dos platos
í o quieres qu
en lo difícil que era lidiar con una adolescente. Nada la alegraba, nada la rel
los ojos y apretó la boca con fuerza para evitar decir una obscenidad, quería
os niños a la vez. Entonces él tom
s días
buenos?- le pregu
acia mí- ella levantó la mirada y
en paz,
enojada.- ¡evita responder así frente a tus hermanos!- ella sencillamente s
uto Lucía, a fin de cuentas m
leves a ningún lado. Si el transp
– empieza él, generando un estall
s golpea la mesa y se pone en pie.- ¡NO VUELVAS
la pateó a la silla, tomó su mochila y salió corriendo de
quemaban por la falta de oxígeno. Debía esperar unos
o sacó de su bolsillo, notó que el apara
ándose las
la,
rmosa. ¿Qué tal am
de cabeza
ver a un médico, me tie
ve, pa, solo qu
arte al médico, quizás te recet
é no puedo vivir contigo?- l
de noche, en ocasiones hago dos y tres guardias nocturnas. Estaría
n casa- le dice
sito saber que estas bien, que estás cuidada
ar allá. . . no qu
qué, c
igo- le dice conteniendo
rincesa. Al men
o estar e
el te trata mal?, ¿Se ha propasado contigo?- pregunta con voz tensa
o- solo que no me siento en casa, odio ese
riño, es la ca
o. . . yo solo soy la hija de ella con alguien más. Soy una intru
nversaremos en persona. Te invito
le pregunta
dia en la tarde, quizás qu
feliz- ¡por s
ogeré cuando salgas del in
tú. ¿Sí?, me he
esta vez no estaba dispuesta a ahorrarle el mal trago ya que ella no deseaba pa
ya ocho años y saliendo embarazada de su amante, al descubrir su embarazo,
se casó con el padre
incesa. Nos ve
os pa,
i, niña c
e siente más tranquila y feliz. Se quedará con él