LA NOVIA DEL DRAGÓN
umpleaños a ti; felices diecioch
en la cama. Miró el cupcake de chocolate -que seguro estab
ie se acercó con el pastelito,
uso. Isabel miró el peq
seo
pió, sabiendo que pediría por ella-. No lo
de Adolfo; suspiró y sonrió. Sopló la velita y, antes
ted no lo va a comer
cupcake con car
er
e llevarás el pastelito; pero lo
sie
tazón de avena y te la llevas en un v
termo con avena. A pocos minutos de
mago. Llevaba en un recipiente desechable el cupcake y
de entrar. Postre en mano, cruzó la calle de doble sentido y le dio un gran mordisc
vestuario de la pasarela que tenía en puerta. Llegó al primer piso, d
o que ocurra lo de Nueva York. -Entonces vio a la
cogido en una cola de caballo y el fleco cubría su frente de un lado a otro. Rec
, porque llegó hasta el cristal y observó
indiferente, pensó
é actuó tan extraña el día anterior. Quizás fue demasiado impetuoso al acercarse y l
lo pensó, perdió el aliento-. Oh, Dios, sí lo es... -agregó, excitándose al verla acabarse el pastelito y chuparse los dedos.
mpiarle labios y mejillas con su lengua;
poco más, antes de tocarse la mejilla. Palideció al descubrir que era observada. Se congeló al saber
ara salir y llegar a su lad
spera! -
anera que no podía controlar. Él era una aparición divina; quizás por eso l
camisa del mismo color, lo cual acentuaba la blancura de su piel y e
Me llamo Adolfo -se presentó, extendiendo la mano. Isabel dudó en responder-. L
grosera, pero... -M
ieres s
nchada por su saliva y el chocolate-. Ya sé quién
te de limpiarse la mano con los dedos-. Solo es cho
por su gesto espontáneo; Adolfo sint
dijo en tono bajo-. Tambié
con delicadeza. La joven se quedó quieta un par de segun
ocándose la mano que él había acariciado
, Rosie: ¿p
s labios; sentí
..me pongo muy nerviosa y... -Apretó las piernas, atrayendo la at
inexperta. Lo había olvidado, después de pasar muchas
r honesta consigo misma. ¿Le gus
otó que su mejilla aún tenía restos de crema y son
la cabeza, nega
la por ser tan dulce-. Yo... -Se ruborizó al darse cuenta de lo a
dónde
ltar sobre ella al verla lame
.. Se me
tro? ¿
. -Señaló
l primer encuentro, pasó todo el día en la oficina. Además,
¿estarás en
lo
mpleados est
ro es q
ás con
ándolo de satisfacción-. Es por mi hermana; ell
é su entrada. Las es
ió; por fin
n s
ajo. Levantó una mano; Isabel percibió su intención y tomó su muñeca para evitar su
ión de ayudarla. Adolfo acarició con el pulgar su m
¿
o, fingiendo que se esforzab
rse tan cómoda con su caricia. Tenía años sin
algo pasaba en esa cab
e -le recordó, sin darse por v
aquí
ozó una le
rfe
ga y sonrió una vez más. El modelo pensó en darle la espalda para marchar
emos,
al verlo inclinarse y recibir un beso muy cerca de los l
a -susurró, acariciando
rse sin mirar atrás. No podí
aparecieron, atrayendo aún más la atención de quienes pasaban en sus autos. Fue envuelto por u
ica impresionada por la fama. Allí estaba ella, con una cal
ienda, distrayendo a Isabel de la irrealidad. Estaba acompañada de varios hombres de negro;
interior del almacén. De pronto recordó que debía correr a la entrada d