Arder en libertad
volver a mirar atrás. Hui de él y ese sentimiento q
sonrisa como saludo antes de mir
nientes a
-No era mentira. Él asintió
os propu
ía oírlas.
medeció sus labios y maldecí en mi mente por comprarlo al instante con Pierce. Miré la ventana, pero rápidamente la
ra que ahora me digas que es aburrida? -Me reí diverti
pló, ex
y adolescentes filtrados de preparatoria la música ya se oía. Me apresuré a mandarle l
lzura, y sonreí de verdad, besa
yo por cortesía, porque en dos años de re
de bebidas improvisadas. Yo, completamente intolerante al alcohol preferí tomar más ta
sa? -Me dijo al oído a causa de la música ensordecedora, asent
sin b
migas, ellas asintieron lleván
uiere. -Me dij
onreí. -Tambi
certe como quisiéramos porque preferíamos tomar distancias, no sabía
bueno.
William tiene un entorno
engo mis propios amigos. Sé que él me quiere, estamos hace bastante tiempo juntos y
rieron, a
buen
e el único que respetó sin quejas que siempre fuéramos sus amigas, no
do. -Sonrió o
omar, enseguida vuelvo. -
vios de quienes habíamos venido acompañadas habían desaparecido. Una de ellas reía diciéndole al suyo, el único qu
ida que olía muy bien. Se lo agradecí. Cuando quise tomar, Amber, una de las
que buscar tú, y ver cómo t
es encanta drogar a
cias. -M
uscar algo más.
de ir al baño, pero no quería ir aquí, y aunque estaba pasándola muy bien con ellas
ero si entramos juntos debíamos permanecer juntos, no se podía borrar toda la
olver antes de que amanezca. -Les di
enta. -Me dijo una de ellas rie
de ellas y les agr
Era Tati y al intentar atender, la pantalla se puso en blanco. De pronto se había trabado y no podía regres
lest
? -No recordaba su nombre,
ida con las bebidas,
incredulidad. -¿Dónde e
quivándolo para salir afuera, pero una
bailar?
mi novio, ya qu
es puedo
uelvo con él. -Intenté que
me la hagas dif
Suéltame y déja
reció dos vasos con contenido rojo. Negué
o sabía que a William le
favor y aléj
de hecho, estaba busc
labios. Me lo quitó rodeando los ojos, y me confundí, porque más allá
dicho que no tomes n
ueltas! ¡¿Dónde
. Resoplé, encaminándome rápido hasta el patio tras
garro. Miré a todos lados antes de seguir por el amplio pas
ó a molestarme a mis espaldas, caminé más rápid
cubrirlo,
para mirarlo completam
si
está h
ó la m
me sentí mucho más abrumada, mi estómago dio un vuelco y me provocó naucias,
sí
sentado en fragmentos de lo que parecía ser una mesa de madera besan
esta y angustiada que quise gritar y romper en llanto, quise
. Que me había traído a una maldita fiesta en donde me eng
o firme y rápido
se puso de pie, mirándome horrorizado. Ella se alejó
aunque intenté que solo la ira saliera a
explic
to? ¿Nada fue real? -Le pregunté, lastimada. -Si ya no me amabas podías decírmelo y
da de ironía. -Soy hombre, -Masculló ahora más despacio, acercándose a
eteé sin dudarlo, haciendo
il. -M
rmando un puño y entonces buscó mis ojos, pero los vi oscurecerse tanto
unto a él comenzaron a caer g
iré mi alrededor, aquella gente nos miraba como si
pero su mano me jaló con brusquedad y en e
quejé, realmente d
no en mi nuca sujetó mi cabello c
y dolor, rogando que reacc
ía i
itaba
iosamente las ganas de llorar. -Quiero ir a ca
s, haciéndome caer al suelo. Sus amig
apartarlo avanzó hacia él, gritándole e insultándolo, empujándolo hacia atrás, pero William tenía la mirada clavada en mí, se
lda me provocó un escalofrío. Mi vista se nubló y
tuviera bien, el resto furiosas comenzaron a gritarles a los d
ar, pero una de
-Le dije, aguantando las ganas de llorar. William nos a
lla! -Le gritó
a casa. -Su amigo intervino también
o! -Les gritó -La llon mi mano libre mis lágrimas. Él abrió la puerta para mí y cuando
haber venido, aunque jamás me enterara o no lo supiera por ahora, no debí venir porque había visto algo horrible en él. Y me dol
tada, sin poder c
a casa.
z le temí. Temí de la persona que estaba fre
iedo, intentando suavizar su odio, el odio repentino que ahora tenía por mí, pe
besé. -
ome por dentro, lastimándome tanto que grité. El dolor se propagó, y lloré y supliqué mientras él me lastimaba como si no hubiera un mañana, como si debiera matarme porque yo era el monstruo. Creí que e
do por su mente, consumiéndonos, llevó sus manos a mi cuello y las presionó. Presionó sus manos hasta dejarme sin aliento. Intenté salir, aun cuando las f
opia cabeza explotaría del dolor. Y entonces se detuvo, y me soltó, agitado,
conducir
idos se habían vuelto lentos, y mi vista se nubló tanto
olvidando esto.
ventana, en las palmas altas de luz que corrían a la velocidad del auto,
tante el dolor que se propagó por mi cuerpo me
n pie afuera, sintiéndome de golpe aliviada
dado ni diez segundos, aunque el dolor me consumía. La cerré conmigo afuera y desesper