La guerrera del Príncipe Dragón
recorrido y su padre encabezando aquella travesía que realizaban con frecuencia, la burla
erpo y el espíritu, aunque él no recuerda haberse sentido más fuerte del todo. En especial porq
nuevo -replicó molesto Shun, quien iba ha
n el contrario, mientras arrastraban los pies por el esfuerzo de a
a de decepción que Yun sabía a la perfección lo que significaba: no refac
para saber lo que le querían decir y en qué modo. Con él en definitiva
gía; un poco de dolor en el cuerpo era mejor que no comer. Al poco tiempo
espiración, que se encontraba pesada por el cambio de altitud al adentrarse e
así en estos instantes?, se preguntaba al saberse sumerjido en la nostalgia. Q
polvoriento ya no quedaba nada, en su lugar todo era arbustos, monte, piedras, árboles tan grandes como edi
zando con las mínimas energías que le quedaban. Lo único que sabía era que, cuando la vio tendida en el suelo no pudo evitar ver en
ar algún riachuelo, ya que había dado de beber a la mujer en los momentos en que cobraba un poco de co
que él se agachaba a llenar su cantimplora y también aprovechaba para lavarse las manos y la c
nmediato y volteó con rapidez, para acercarse de nuevo a donde la habí
cida-. Usted estaba en el suelo llorando y luego se
a hablar, dejó de temer y se tranquilizó, solo momentáneamente, para volv
tentaré ayudarla -dijo Yun-. Pero si prefiere que la
llegó a mi casa y se llevó a mis cuatro hijos! -Ella v
taran los hijos a una inocente mujer, era tan inhumano como el mismísimo y diabólico
ine de muy lejos en una encrucijada. Me ofrezco a ayudarle a recuperar a
brotar de los ojos de la mujer y con la misma se apoyó en sus rodillas
ida que los señores de Yumai, padres de Siu, le habían obsequiado-
ven señora entre sollozos-. Se fue en dirección del bosqu
se fueron a la aldea. Haré todo lo que esté a mi alcan
no -La mujer, en una reverencia más, tocó los zapatos de Yun y este se agachó
ue vuelva con noticias -esbozó Yun una son
valiente -dijo ent
rse, pero un sonido proviniente de la copa del árbol en el que estaban tomando la som
haba, aunque sin éxito alguno. Algunas hojas secas comenzaron a caer en la ca
n rapidez. Lo único que se le ocurrió a Yun fue lanzarse hacia la mujer
earse contra el duro suelo. Cuando el cúmulo de hojas se acentó, Yun no daba c
si e