Cuarenta semanas
ulo S
her
a llegar tard
atos de charol que conjuntaban con la falda -en lo que llevamos de año, era la primera vez que me la ponía- y deslicé los brazos por la chaqueta oscura. Eran las nueve de un miércoles que comenzaba bastante mal. Debido a las primeras
fesor en cuanto abrí la puerta del aula-. ¿No
mí mal -mentí en parte
la lectura de la
. Durante los últimos días Alexia se había comportado como mi niñera: me traía comida en los momentos más inesperados y evitaba que llenase el dormitorio de vómito. No había vist
el aula. Mi horario era holgado ese día, solo tuve que guardar mis materiales en la taquilla e intercambiarlos por los de
almendra que devoré sin masticarla bien. Limpié las comisuras de mis labios, arro
? Me aburro
lo estaba usando. Tecleé tan rápido como mis dedos me permitían, sacrificando ciertas letras por el camino para no demorarme. D
spués, aunque no pude dec
da estaba impregnada de una capa húmeda que incrementaba con cada nueva náusea. Un eructo casi escapó de mi boca, señal de que no po
i brazo mientras caminaba hacia los baños de mujeres. Conseguí lleg
él y expulsé lo poco q
ara mi vientre-. Por favor. Tiré de l
estaba frente a mí. Tuve que aferrarme a la puerta del baño contiguo pa
bien? -Dimitri t
abrí el grifo. Llené mi boca con agua y eliminé el asqueroso sabor adherido a mi palad
portunidad para confesarle la verdad, sin embargo, no consideraba buena idea contarle que sería
mé asiento sobre el mármol que conformaba
rchases. Estás en el b
acía días-. Te buscaba. Venía a disculparme por mi estúpido comport
ío me desvirgó y luego intentó fingir que no existo? -Arqueé una ceja, imitand
boda sigue en pie.
tono hosco e irónico-
é en pánico cuando te vi apa
ntes aceptadas. ¿Pod
ojeras habían crecido como manchas púrpuras bajo mis párpados, mi piel palidecía con cada náusea que sacudía mi cuerpo. Me encontraba demas
iar su rostro: él también se mostraba cans
nder un riñón. Además, estaba a punto de casarse con una chica que lo complacería en todos los sentidos. Aun así, a pesar de los pensamientos negativos que se filtraban en mi mente, mi corazón
l baño de una maldita vez. Revivir la escena de sexo desenfrenado era tortura
había acostado con el
s un aspecto horrible. ¿Ha pasado algo? Solo intento ser amable. S
remedio que adoptar una pose fría y arisca. Pensaba, más bien ansiaba, confesárselo en ese mismo instante, compartir la latosa carg
encogí de hombros-.
tras unos instantes, me aferré al bordillo del lavabo para no echarme a llorar como una niña de c
rano tendría
hila pesaba tanto que la transporté en mis brazos en lugar de cargarla en
stuviese convencida de que ganaría un concurso musical. Arrojé mis pertenencias sobre el escritorio que compartíamos, distinguiendo folios repletos de garabatos sobre bandas de música o un
o y regresé s
s demás para ensuciarlas o desvalijarlas. Entonces, ¿cómo habían depositado esa tarjeta sobre mi cama? Me apresuré a tomar el sobre de color beige y te
a Cath
la noche, en la dirección que especifico al terminar la redacción de esta carta. He preparado un pase similar a este para Alexia. ¡Házselo ll
do su
et
omé asiento en la silla del escritorio y moví las uñas sobre la madera de roble, reflexionando en el significado de sus
ue pronto sería de su propiedad o nos ofrecería bebidas cargadas de alcohol que yo rechazaría. ¿Qué haría si Dimitri se encontraba en la casa? Pese a ser una fiesta para chicas, nada le i
pensándo
staba a punto de superar el primer mes de gestación. Mi complexión delgada no sufría de alteraciones todavía y los bañadores no mostrarían más que unos pocos pliegues naturales, esos que todas las mujeres y hombres poseen. Re
a -afirmó con la b
ama y abracé las piernas contra mi pecho-. Si me quedo encerrada, sospechará algo. Dimitri también sospechará. No puedo arri
él o es Svetlana la que más temor despierta e
erran», quis
ir al mismo. Pero Dimitri era una historia diferente y enrevesada. Sus lazos en Manhattan se limitaban a Svetlana y a la empresa familiar, o de eso tenía constancia
amiga y cubrí mi cabeza con la man
me quedé dormida de inmediato, con la petición atrapada en mi garganta y c