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Abandonada con mis cuatrillizas

Abandonada con mis cuatrillizas

Gi Dominguez

5.0
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40
Capítulo

Unidos por un matrimonio arreglado, Lina y Mateo se encontraron por primera vez en la noche de su boda. Sin embargo, Mateo sólo tenía ojos para su herencia y no para Lina, y la abandonó en cuanto obtuvo lo que buscaba: cuatrillizas. Cinco años después, un anciano de la familia empieza a sospechar que los dos no están enamorados, ejecuta un plan para arruinar la herencia de Mateo si no puede demostrar su amor a Lina. Con la presión de los dos lados de la familia, Mateo hace una propuesta arriesgada a Lina: fingirán ser amantes y recuperarán la herencia. Pero el destino tiene otros planos, y mientras más tiempo pasan juntos, más difícil es ocultar sus secretos y, aún más importante, el creciente amor que los une.

Capítulo 1 1

Un mes antes.

Estaba ansiosa, conocería a mi prometido. Y en parte, sabía que debía abandonar aquellos sentimientos confusos por Mateo. Él era el chico popular de siempre, desde la primaria hasta la universidad. Rico y poderoso. Todo, lo que una mujer quería. Sabía que las probabilidades que él, se fije en mí eran escazas.

Por eso, debía olvidarme de su sonrisa, olvidarme de él. Mordí mis labios, cuando pronto anunciaron que había llegado mi prometido. Desconocía su nombre, no me interesaba para ser sincera. Mi padre, era mejor amigo del suyo al parecer.

Cuando ingresó me quedé sin habla ¡Era Mateo! No pude evitar sonreír tontamente, cuando se acercó y sostuvo mi mano entre las suyas.

-Déjenme a solas con ellas –ordenó y todos quienes lo acompañaban, salieron. Sus ojos azules, y su cabello dorado no era lo más hermoso que él tenía. Sus músculos se marcaban debajo de ese traje costoso.

-Hola... -comenté nerviosa, era la primera vez que sentía su piel, y era suave.

-Bien, te conozco. Haremos una cosa, si te parece bien –comentó y asentí sin comprender que quería –mira, yo... no quiero casarme. Nací para ser libre y... acostarme con quien quiera. Un matrimonio no me va a obligar a cambiar –exclamó y lo observé sorprendida.

-Ah... vale...

-Entonces, nos casaremos y cada quien hará su vida. Tendremos la noche de bodas obviamente, necesito herederos. Y luego, cada uno se olvidará del otro. Puedes quedarte con la mansión, me da igual. Lo único que me importa, es...

-Tu libertad –completé con unas enormes ganas de llorar las cuales aguanté. Bajé el rostro, mi vista fija en el suelo, me permitía aguantar las enormes ganas de lanzarme a sollozar.

-Bien, vas entendiendo.

-De acuerdo. Cada quien hará su vida –comenté con la barbilla en lo alto y él asintió -¿algo más? –pregunté con mi voz firme, intentando que no desnudara mi alma.

-No. Futura esposa –comentó y volvió a tomar mi mano. Mordí mis labios fingiendo que nada de él, me afectaba. Cuando me dejó sola, caí al suelo de rodillas y empecé a llorar sintiéndome tan perdida.

-¿Lu puedes venir?

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Romance

5.0

Observé de reojo al joven que estaba a unos metros delante de mí, Eric. Era el hijo de mi mejor amiga, Laura. Suspiré bajando la vista, pero no pude evitar verle. Ultimamente, para ser sincera podía llegar a jurar que el chico, se veía mas atractivo que antes. A sus veinte años, parecía un hombre sacado de una revista para mujeres maduras. Mis mejillas se tornaron rojas, y tuve que sostener con fuerza mi vestido. Mis ojos se volvieron frágiles ante la imagen que tenía frente a mí. Cuando flexionó sus brazos para sonreírle a mi hija, sentí un nudo extraño en mi garganta. Olivia, tenía la misma edad que Eric. Laura, me pasó un mate y desperté de la ensoñación, de observar la sonrisa de su hijo. -¿Estás bien? –cuestionó bajo una mirada intimidante, asentí enfocando mi vista a los dos. Eric, rodeaba en un abrazo a Olivia, tragué saliva en seco –son adorables. -Lo son –comenté sin titubear, si tan solo un solo sonido de mi voz sonaba insegura, Laura se tiraría sobre mí como una gacela. La conocía demasiado bien para saber que era curiosa, en demasía. -Entonces... ¿saldrás con el ingeniero? –su pregunta, provocó que mi concentración volviera a ella. Suspiré asintiendo, ¿qué le podría decir? De todos modos, ya era demasiado extraño que quisiera quedarme con su hijo en la ciudad. Yo tenía una casa en la capital, y me había ofrecido para que él fuera a vivir allí una temporada, incluso Laura fuera para hacerme compañía. No pretendía comenzar a mirar a Eric con otros ojos.

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