Mi Segunda Vida, No Regreso Para Ser Humillada

Mi Segunda Vida, No Regreso Para Ser Humillada

Gavin

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Capítulo

El dolor de cabeza era insoportable y el zumbido de los gritos me perforaba las sienes. Desperté en un patio polvoriento, señalada como "ladrona", solo para darme cuenta de que había renacido. Pasé de ser Lina Salazar, una mujer solitaria y despreciada marcada por la meningitis, a una versión de veinte años de mí misma en 1993, casada con Roy Castillo. Justo cuando empezaba a procesar este milagro, Roy me arrastró a casa. Sus ojos, antes cálidos, ahora eran trozos de hielo. "Estoy harto", siseó, arrojando unos papeles: la solicitud de divorcio. Era el principio del fin de mi vida pasada, y ahora se repetía. Aunque supliqué, él explotó: "¡Cállate! No quiero tus excusas. ¡Eres un imán para los problemas!". Me abandonó por primera vez ese día. ¿Cómo era posible que, a pesar de haber vuelto para corregirlo todo, él me odiara aún más? Mi mente ahora estaba clara, pero su desconfianza era un abismo. Fui acusada de robar, de deber dinero, de locura y, finalmente, de agresión y fraude, todo orquestado por Sasha, esa serpiente que se decía mi amiga. Roy me encerró, pensando que yo era la causa de todo caos, y me dejó sola frente a la policía. ¿Por qué, después de una vida de arrepentimiento, regresaba solo para ser humillada de nuevo y verlo abandonarme una y otra vez? ¿Había alguna esperanza de salvación? En la desesperación total, solo podía haber una respuesta. Fui de rodillas hasta la Basílica para orar por él, la única persona que conservaba un pedazo de mi alma.

Introducción

El dolor de cabeza era insoportable y el zumbido de los gritos me perforaba las sienes. Desperté en un patio polvoriento, señalada como "ladrona", solo para darme cuenta de que había renacido. Pasé de ser Lina Salazar, una mujer solitaria y despreciada marcada por la meningitis, a una versión de veinte años de mí misma en 1993, casada con Roy Castillo.

Justo cuando empezaba a procesar este milagro, Roy me arrastró a casa. Sus ojos, antes cálidos, ahora eran trozos de hielo. "Estoy harto", siseó, arrojando unos papeles: la solicitud de divorcio. Era el principio del fin de mi vida pasada, y ahora se repetía. Aunque supliqué, él explotó: "¡Cállate! No quiero tus excusas. ¡Eres un imán para los problemas!". Me abandonó por primera vez ese día.

¿Cómo era posible que, a pesar de haber vuelto para corregirlo todo, él me odiara aún más? Mi mente ahora estaba clara, pero su desconfianza era un abismo. Fui acusada de robar, de deber dinero, de locura y, finalmente, de agresión y fraude, todo orquestado por Sasha, esa serpiente que se decía mi amiga. Roy me encerró, pensando que yo era la causa de todo caos, y me dejó sola frente a la policía.

¿Por qué, después de una vida de arrepentimiento, regresaba solo para ser humillada de nuevo y verlo abandonarme una y otra vez? ¿Había alguna esperanza de salvación?

En la desesperación total, solo podía haber una respuesta. Fui de rodillas hasta la Basílica para orar por él, la única persona que conservaba un pedazo de mi alma.

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