El bebé de mi cuñado
el impacto q
áneamente y por eso n
la trompa del elegante automóvil con patente extranjera muy cerca de su ro
ar lo solo y triste que hubiese estado hizo que se le l
u vehículo, luego de que una extraña saliera de la nada y se le cruzara por de
asustada se levantó lentamente, sint
donde caminas mujer?
a, se sentía avergonzada por haber causado
o!- exclamó con
amente lustrado y su pantalón de sastre hecho a su medida del mismo color supo que e
ez mira el mal
a él. ¡Es una tabla! Pensó el joven heredero al ver sus inexistentes curvas. No pudo ver su rostro, porque su
scúl
tanta humillación de su parte, decidió volver a su vehículo
delo y le tocó bocina a la mujer, que
nazo y Sebastián no pudo evitar r
puso un pie en la vereda el vehículo aceleró pasando muy cerca su
e dio cuenta de que había pisado algo abultado, miro ha
curiosidad
a un gran fajo de billetes en dólares, tantos como nunca había visto en s
staba dentro y se encontró c
Aller- leyó
a ese apellido?
ensar en el dinero. El hombre había sido desprecia
e retó a sí misma- Vas a dev
dispuesta a devolverla
los muebles llenos de polvo, pilas de papeles y un olor a encierro insoportable. –¡
Aller?- d
cina no está lim
señor, pero
rigua de una maldita vez y soluciónalo cuanto a
orriendo asustad
e iluminaban la imponente sala de recepción de mármol color blanco y estilo minimalist
ias All
a Aller. ¿Pero eso significa que tenía la cartera
ago se r
lverla antes de que mal
e en recepción porque la misma mujer que se había
a que venía corriendo d
uerza su bolso, en donde tenía
ían des
ó del brazo y l
icó Helena- Te
empo, el je
¡La habían
vine por la entrevist
clarar que venía al
a, necesito que limpies su ofici
har, supongo que debía obedecer si quería tener el puesto,
or varios pisos arriba, y para
espejo del ascensor y se dio cuenta de que estaba hecha un desastre, Tenía la rodilla lastimada y sangrando, las piernas y sus ta
s- dijo
e dio cuenta de que la mujer
...- di
jer y cerró las puertas ant
los tomó como pudo y caminó hasta el final del pasillo rengueando de dolor, se encontró con una sola puerta de roble color
o- dijo
había un hombre dándole la espalda, mirando hacia la gran ciudad del otro
millón de dólares! Me lo tr
jo Helena tembloros
iota de mi hermano en todo esto? E
arremangó la camisa y hundió sus delgados brazos en el agua helada. Puso el trapo en el suelo y comenzó a refre
sobre si comprar o no el nuevo reloj que había salido al mercado cuando
o- dijo y colg
nción de insultar a la pe